
Si lo haces el desgaste va a ser infinito, porque en la vida todos y todas estamos encaminados a cerrar capítulos, a darle vuelta a la hoja, a terminar etapas para seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué ocurrió lo que ocurrió; hay que soltarlo, hay que desprenderse. No resulta sano ser niños eternos, adolescentes tardíos, empleados de empresas inexistentes. Tampoco forzar vínculos con quien no quiere mantenerlos con nosotros, o bien con quien ya no es conveniente tenerlos. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar objetos, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos y vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, des-prenderse.
Si andas por la vida dejando puertas abiertas (por si acaso), escasamente podrás vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuraste, para mantener la ilusión de algún día regresar? (¿a qué?) Si puedes enfrentar ya la necesidad de aclaraciones y decir las palabras que no dijiste, hazlo. Si no, déjalas ir, cierra capítulos, pero no por orgullo o soberbia, sino porque tú ya no encajas allí: en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio, en esa familia. Mereces crecer, madurar; merecer vencer el miedo a vivir de manera independiente y por tus propios recursos.
Cierra la puerta, dale vuelta a la hoja, concluye el círculo. Aprende a dejar lo que sólo es costumbre, apego improductivo. Clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete. ¡Suéltate! Paulo Coelho