jueves, 8 de febrero de 2018

Continuidad del tiempo

...y resulta que el tiempo avanza, que los segundos han desbordado mi reloj, que los momentos comienzan a salir a flote, que los años se van quedando en el camino, que nos hacemos viejos, cada vez mas trocitos de nada, que en definitiva nos vamos extinguiendo, nos apagamos en el umbral de un futuro incierto, en la inmensidad de un universo cada vez mas lejano, pero en eso, en la eternidad de lo infinito, en la profundidad de este perenne, de este latido fortuito, te encontré, abrazando una nube, escondiéndote de las brisas temporales, de la perplejidad del paso de todo lo que pasa, ausente  del vaivén de las cosas, del aflujo de los estragos del tiempo, y entonces me vi regresando a ese puerto donde nuestras manos aun ondeaban el viento, revolviendo estrellas con cielo, lunas con mar, corazón con corazón y ahí, en ese pasado continuo no hemos dejado de ser, porque el tiempo aquí no es continuo, amenos que se trate de nuestra continuidad...


Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.



Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Julio Cortazar

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