sábado, 27 de febrero de 2010
Le pasa al tiempo
conservaba toda su historia cual si fuera un anciano,
sus manecillas ya no avanzaban solo conservaba su mirada,
firme y contundente pero tan triste y tan cansada,
en sus entrañas escondía una triste añoranza,
por volver a aquellos días de luz y de esperanza,
quise poder ayudarlo pero yo nada podría hacer,
así que busque un relojero que a este pudiera atender,
pero en este mundo y en otros ninguno pude encontrar,
que pudiera ayudar a este pobre que se empezaba a apagar,
ya en sus últimos momentos le pregunte quien le había hecho esto,
con el idioma de las no palabras me confeso que había sido yo,
mas confundido que al principio le pregunte que como podía ser eso,
pero antes de transformar un nuevo gesto el reloj se apago,
sucede que aveces el tiempo ya no es tan pesado,
y la vida se conforma con tan solo vivir,
los días se cansan de cargar momentos del pasado,
y la vida empieza a ver la luz de su existir...
Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran lentas lágrimas sucias.
Walking around
Pablo Neruda
miércoles, 17 de febrero de 2010
Me doy cuenta
que día a día dejo un poco de mi en las horas cansadas de la rutina,
la vida se torna compleja porque sencillamente no estas,
las brasas de lo que algún día dejaste se están agotando,
tu brillo poco a poco abandona mis oscuridades,
tu lejanía se ha aliado con el tiempo,
tus recuerdos ahora son mis verdugos,
me pregunto si tus ojos estarán pasando por lo mismo,
si tu alma estará igual de devastada por mi ausencia,
si los segundos sin mi se clavan como alfileres en tu alma.
no he encontrado un Dios para rezarle y que me entienda,
que cada día me doy cuenta que me haces tanta falta...
Me doy cuenta de que me faltas
y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.
Jaime Sabines
Me doy cuenta de que me faltas
sábado, 13 de febrero de 2010
Amor de un dia
¿Te molesta mi amor?
Mi amor de juventud,
y mi amor es un arte
en virtud.
¿Te molesta mi amor?
Mi amor sin antifaz,
y mi amor es un arte
de paz.
Mi amor es mi prenda encantada,
es mi extensa morada,
es mi espacio sin fin.
Mi amor no precisa fronteras;
como la primavera,
no prefiere jardín.
Mi amor no es amor de mercado,
porque un amor sangrado
no es amor de lucrar.
Mi amor es todo cuanto tengo;
si lo niego o lo vendo,
¿para qué respirar?
¿Te molesta mi amor?
Mi amor de humanidad,
y mi amor es un arte
en su edad.
¿Te molesta mi amor?
Mi amor de surtidor,
y mi amor es un arte
mayor.
Mi amor no es amor de uno solo,
sino alma de todo
lo que urge sanar.
Mi amor es un amor de abajo
que el devenir me trajo
para hacerlo empinar.
Mi amor, el más enamorado,
es del más olvidado
en su antiguo dolor.
Mi amor abre pecho a la muerte
y despeña su suerte
por un tiempo mejor.
Mi amor, este amor aguerrido,
es un sol encendido,
por quién merece amor.
Por quien merece amor
Silvio Rodriguez
miércoles, 10 de febrero de 2010
Ser sin ser
ser por un tiempo y después desaparecer,
padecer un momento para después perecer,
parecer que soy sin realmente ser,
pertenecer a un lugar que no puede ser,
desvanecer mi existencia hasta dejar de ser.
me embriague de silencio para callar mis deseos,
me escondí detrás de la persona que creía ser,
pensé que con no verme me iba a convencer,
de que el corazón ya no tenía tiempo para creer.
pero sacudió el pasado las ruinas de mi memoria,
llevando a flote recuerdos de forma contradictoria,
pensamientos rotos que surgieron de la escoria,
vestigios de un destino que se quedo en la historia.
ahora camino por las calles sin saber quién soy,
la inercia de la vida me hace ir, sin saber a dónde voy,
con el alma expuesta a los ojos de los que no ven,
que en esto de no saber ser, ellos dudan también…
Por un segundo, sólo, no ser yo:
Ser bicho, piedra, sol, u otro nombre,
Dejar de ver el mundo desde esta altura,
Pesar el más y el menos de otra vida.
Por un segundo, sólo, otros ojos,
Otra forma de ser y de pensar,
Olvidar cuanto sé, de la memoria
Nada dejar, ni el saberla perdida.
Por un segundo, sólo, otra sombra,
Otro perfil en el muro que separa,
Gritar con otra voz otra amargura,
Cambiar por muerte la muerte prometida.
Por un segundo, sólo, encontrar
En tu cuerpo mudado el cuerpo mío,
Por un segundo, sólo, y no más:
Por desearte más, ya conocida.
Integral
José Saramago
lunes, 8 de febrero de 2010
Regresa pronto primavera
regresa con tus amaneceres,
y tus gotas de roció,
regresa con tu brillo,
y el de todas tus estrellas,
regresa pronto primavera,
regresa con tus hermosas flores,
y con los cantos de las aves,
regresa con tu colorido,
y la claridad de tus manantiales,
regresa pronto primavera,
regresa con tus lunas llenas,
y las brisas de las noches,
regresa con tu alarido,
y los sonidos suaves,
regresa pronto a mi ventana,
y de paso a la de mi vecino,
entra por mi mañana,
no olvides traer tu trino,
apaga ya el invierno,
que nos ha traído el frió,
vuelve a pintar el camino,
a traer seda con tus obreras,
La primavera se demora tanto
que voy a olvidar que estuvo ayer,
cuando regrese su emoción de árbol
no me acordaré de florecer.
Confundiré tus senos con su trino
y en vez de cantar te besaré
tu cuerpo me parecerá un suicidio
y de fecundarlo moriré.
Jamás sabré si soy dichoso
si maravilloso o si terrible,
y no sabré lo que termina
o recién camina o lo imposible.
Esta primavera puede hacerme enloquecer.
Esta primavera
Silvio Rodriguez
sábado, 6 de febrero de 2010
Si el amor se quedara
Empezó con la simplicidad de la rutina. El doctor Juvenal Urbino había regresado al dormitorio, en los tiempos en que todavía se bañaba sin ayuda, y empezó a vestirse sin encender la luz. Ella estaba como siempre a esa hora en su tibio estado fetal, los ojos cerrados, la respiración tenue, y ese brazo de danza sagrada sobre la cabeza. Pero estaba a medio sueño, como siempre, y él lo sabía. Al cabo de un largo rumor de almidones de lino en la oscuridad, el doctor Urbino habló consigo mismo: - Hace como una semana que me estoy bañando sin jabón –dijo.
Entonces ella acabó de despertar, recordó, y se revolvió de rabia contra el mundo, porque en efecto había olvidado reponer el jabón en el baño. Había notado la falta tres días antes, cuando ya estaba bajo de la regadera y pensó reponerlo después, pero después lo olvidó hasta el día siguiente. Al tercer día le había ocurrido lo mismo. En realidad no había transcurrido una semana, como él decía para agravarle la culpa, pero si tres días imperdonables, y la furia de verse sorprendida en falta acabó de sacarla de quicio. Como siempre, se defendió atacando.
- Pues yo me he bañado todos estos días –gritó fuera de sí- y siempre ha habido jabón.
Aunque él conocía de sobra sus métodos de guerra, esa vez no pudo soportarlos. Se fue a vivir con cualquier pretexto profesional en los cuartos de internos del Hospital de la Misericordia, y sólo aparecía en la casa para cambiarse de ropa al atardecer antes de las consultas a domicilio. Ella se iba para la cocina cuando lo oía llegar, fingiendo hacer cualquier cosa, y allí permanecía hasta sentir en la calle los pasos de los caballos del coche. Cada vez que trataron de resolver la discordia en los tres meses siguientes, lo único que lograron fue atizarla. Él no estaba dispuesto a volver mientras ella no admitiera que no había jabón en el baño, y ella no estaba dispuesta a recibirlo mientras él no reconociera haber mentido a conciencia para atormentarla.
El incidente, por supuesto, les dio oportunidad de evocar otros, muchos otros pleitos minúsculos de otros tantos amaneceres turbios. Unos resentimientos resolvieron los otros, reabrieron cicatrices antiguas, las volvieron heridas nuevas, y ambos se asustaron con la comprobación desoladora de que en tantos años de lidia conyugal no habían hecho mucho más que pastorear rencores. Él llegó a proponer que se sometieran juntos a una confesión abierta, con el señor arzobispo si era preciso, para que fuera Dios quien decidiera como árbitro final si había o no había jabón en la jabonera del baño. Entonces ella, que tan buenos estribos tenía, los perdió con un grito histórico:
-¡A la mierda el señor arzobispo!
El improperio estremeció los cimientos de la ciudad, dio origen a consejas que no fue fácil desmentir, y quedó incorporado al habla popular con aires de zarzuela: “¡A la mierda el señor arzobispo!”. Consciente de que había rebasado la línea, ella se anticipó a la reacción que esperaba del esposo, y lo amenazó con mudarse sola a la antigua casa de su padre, que todavía era suya, aunque estaba alquilada para oficinas públicas. No era una bravata: quería irse de veras, sin importarle el escándalo social, y el marido se dio cuenta a tiempo. Él no tuvo valor para desafiar sus prejuicios: cedió. No en el sentido de admitir que había jabón en el baño, pues habría sido un agravio a la verdad, sino en el de seguir viviendo en la misma casa, pero en cuartos separados, y sin dirigirse la palabra. Así comían, sorteando la situación con tanta destreza que se mandaban recados con los hijos de un lado al otro de la mesa, sin que estos se dieran cuenta de que no e hablaban.
Como en el estudio no había baño, la fórmula resolvió el conflicto de los ruidos matinales, porque él entraba a bañarse después de haber preparado la clase, y tomaba precauciones reales para no despertar a la esposa. Muchas veces coincidían y se turnaban para cepillarse los dientes antes de ir a dormir. Al cabo de cuatro meses, él se acostó a leer en la cama matrimonial mientras ella salía del baño, como ocurría a menudo, y se quedó dormido. Ella se acostó a su lado con bastante descuido para que se levantara y se fuera. Él despertó a medias, en efecto, pero en vez de levantarse apagó la veladora y se acomodó en su almohada. Ella lo sacudió por el hombro para recordarle que debía irse al estudio, pero él se sentía tan bien en la cama de plumas de los bisabuelos, que prefirió capitular.
-Déjame aquí –dijo-. Sí había jabón.
lunes, 1 de febrero de 2010
Tu y la verdad
...volvió a brotar de la piel la verdad,
por los poros de mi ser se vomitaba,
un hedor a realidad se disparaba,
por los destinos abruptos de una mirada,
desterré de mi cuerpo el pudor,
lo cambie por copos de alegría,
pensamientos con sabor a despedida,
y tristezas que abuzaban de agonía,
un momento tan perfecto,
pudo escaparse del tiempo,
dejándome tan incompleto,
tan solo con alma y cuerpo,
un pedazo de mi se fue contigo,
yo te daría hasta mi destino,
la piel que llevo como abrigo,
mis próximos pasos y mi camino,
las historias guardan instantes,
los instantes guardan secretos,
los secretos guardan momentos,
los momentos guardan presentes,
y los presentes pronto quedan en el olvido,
pero podría olvidarte en un suspiro,
y olvidarme de que fuiste mi aire,
el problema es cuando respiro,
y no poder hacer que el corazón calle,
calles que no me llevan a ti,
son veredas confundidas entre si,
cielos sin belleza ni deseos,
mis deseos de que estés aquí...
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-la tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
"la espina de una pasión;
"logré arrancármela un día:
"ya no siento el corazón".
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
"quién te pudiera sentir
"en el corazón clavada".
Antonio Machado
Planeo el azar
Descubriéndonos el uno al otro en nuestros mundos cansados,
Sembrando esperanzas en lo profundo de nuestras cicatrices,
Encendiendo primaveras en los inviernos que parecían eternos,
Embarrando de luz los días cargados de penumbra
Reinventando el aire o quizás la forma de respirar.
tan apaciente como un huracán después de un terremoto,
Tan inconsciente como una piedra que aprende a estar viva,
Tan imprudente como una nube en pleno eclipse,
Tan ocurrente como el que no vive pero existe.
Tan cansado de sí mismo con sabor a mentira,
Tan agobiado a causa de tanta despedida,
Tan decepcionado de las promesas insolutas,
Tan ofuscado por sentimientos intermitentes.
pero planeo el azar un instante para juntarnos,
y el universo una conspiración para encontrarnos,
entre tanto mundo y tanta gente nos miramos,
yo venia de un lado, tu de otro y nos encontramos.
Y entonces fue que la luz supo ser más luz,
Que las mañanas ya no solo eran mañanas,
Qué decir de las tardes que morían por ti,
Y las lunas que se asomaban a la ventana solo para verte,
Que las horas necesitaban más minutos para tenerte,
Qué decir del conocerte y después tener que dejarte ir
Te quiero porque tienes
las partes de la mujer en el lugar preciso
y estás completa.
No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.
Quizás me ves,tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy la mancha, un punto en la pared,
alguna raya que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas,
te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura.
No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.