
Jesús tenía un amigo llamado Lázaro que vivía en el pueblo de Betania. Lázaro tenía dos hermanas, una se llamaba María y la otra se llamaba Marta. Jesús amaba a estos amigos.
Un día las hermanas mandaron un mensaje a Jesús y le dijeron que su amigo Lázaro estaba enfermo. Jesús dijo a sus discípulos que esta enfermedad iba a servir para mostrar la gloria de Dios, y de su Hijo. Después de que habían pasado dos días, Jesús y sus discípulos empezaron el viaje hacia Betania. Jesús dijo a sus discípulos que Lázaro se había muerto.
Cuando llegaron a Betania, había mucha gente en la casa de Lázaro porque Lázaro había muerto y ya habían pasado cuatro días desde su entierro. Marta salió a recibirlo y le dijo, “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.” Jesús le dijo que Lázaro resucitaría de la muerte. Ella pensó que estaba hablando de la resurrección en el día último. Jesús dijo, “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás.” El dijo, “¿Crees esto?” Marta respondió, “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
Marta fue a llamar a María y le dijo que Jesús había llegado. María fue a Jesús y cayó a sus pies llorando y dijo, “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.”
Jesús preguntó el lugar donde habían sepultado a Lázaro. Cuando les vio llorando, Jesús también lloró porque estaba triste. Algunos dijeron, “¡Miren cuánto lo quería.” Dijeron, “Este que dio la vista al ciego, ¿no podría haber hecho algo para que Lázaro no muriera?”
Jesús se acercó a la tumba de Lázaro, que era una cueva tapada con una piedra grande. “Quiten la piedra.” ordenó Jesús. Marta dijo, “Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días que murió.” Jesús le contestó, “¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?” Quitaron la piedra, y Jesús oró, “Padre, te doy gracias porque me has escuchado, ...pero lo digo por el bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado.” Y llamando en voz alta, gritó, “¡Lázaro, sal de ahí!” Lázaro salió todavía cubierto con la tela en que fue sepultado. “Desátenlo y déjenlo ir.” Dijo Jesús.
Muchos que vieron esto creyeron en Jesús, pero cuando lo oyeron los líderes judíos, empezaron a hacer planes para matar a Jesús.
Juan 11:1-53.
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