...que sera de ti, que sera de mi, sin esos besos impregnados de mar, sin tus caricias al terminar, sin esas ganas de llorar, que sera de mi abandono, cuando me vaya y no estes, cuando te vengas y no me encuentres, que sera de los escalofrios en el invierno, de los cerrojos que aun no se han abierto, de los poros que aun no se han tocado, de los silencios que culminaban nuestros encuentros, que sera de cada cuerpo en el que vaciabamos nuestro amor, que pasara con el delirio, con la via lactea que llenaba de cielo nuestras camas, con el sudor que inundaba nuestros sueños, que hare sin ti, sin el olvido repentino, sin el hastio de tu vientre, sin el sepulcro de tus locuras, que sera de tus penumbras, que sera de mis amaneceres solo con el sol, que sera del frio que me causa tu calor, que sera de mi que sera de ti si no me amas, que sera de mi sin este amor...
De la liviandad
Volviendo sobre una línea de Cortázar, las mujeres
cómo recaen. Man Ray
hizo la foto: lomo largo
con todas las vértebras preciosas a la vista y ella cayendo
flexible en el encantamiento, flaca
la pelirroja, lista
para la otra pasarela del placer, los tirantes
por allá, las medias disparadas, y algo más lejos
en la otra punta de la alfombra los dos
zapatos altísimos sin nadie muertos de amor, tristísimos
y viudísimos de ella pidiéndole frenéticos que no,
que su cuerpo blanco no, que no se entregue
a la usurpación, que vuelva
como en el tango, que
no. -Cierren
finas las cortinas.
¿Cómo seré yo?
¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.
Eso era amor
Le comenté:
- Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
¿Te gustan solos o con rimel?
- Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.
Gonzalo Rojas
2 comentarios:
Hola Pedro Daniel...
Gracias por compartir conmigo el texto de Totó... sabes en cierta forma a mi también me "traumo" este cuento en mi infancia... hay una larga historia detrás, pero bueno solo te contaré que cuando tenia como 7 u 8 años (cada vez que me concedían usar mis zapatitos rojos) solía chocar mis talones entre si y mentalmente repetía tres veces "no hay lugar como el hogar" para ver si así volvía a donde realmente deseaba estar...
Y para completar la bochornosa confesión déjame decirte que hasta la fecha sigo realizando este pequeño ritual cada vez que mis pies calzan unos zapatos rojos...
En fin... te dejo mis mejores deseos para "que se te pinte bonita la vida"... (ahh y te pido que me guardes el secreto .... imagínate que alguien se entere que a mis 27 sigo esperando teletransportarme al estilo de Dorothy... :$)
Ok... prometido! :)
Publicar un comentario