…supongo que la zozobra te ha colmado y que este aliento espurio se ha disfrazado de un suspiro y que ya no tiene recato contigo, que se te ha desbordado el corazón y se te han descocido los sentimientos, pienso que el tiempo ha desvariado y que el grito sabe mas a susurro, y la ausencia a tumulto, y el apego a añoranza, supongo que a veces sueñas conmigo y en los sueños te creas tu misma y te espantas de ser Dios y me llamas, y tu alma se enfría bajo la luz de los recuerdos perdidos, abrumados por la penumbra de las noches en pena, insomnio de amor a medio latido, a medio ser distraído, vago destino del desasosiego, misterio de lo efímero a la hora de rendirte cuentas, desasne del corazón para seguir vivo, para diluir de tu sangre mis vestigios, desbaste del alma para labrarme y ceñir con mentiras tus caminos…
El principito arrancó también con un poco de melancolía los últimos brotes de baobabs. Creía que no iba a volver nunca. Pero todos aquellos trabajos le parecieron aquella mañana extremadamente dulces. Y cuando regó por última vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo del fanal, sintió ganas de llorar.
-Adiós -le dijo a la flor. Esta no respondió.
-Adiós -repitió el principito.
La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada.
-He sido una tonta -le dijo al fin la flor-. Perdóname. Procura ser feliz.
Se sorprendió por la ausencia de reproches y quedó desconcertado, con el fanal en el aire, no comprendiendo esta tranquila mansedumbre.
-Sí, yo te quiero -le dijo la flor-, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez ese fanal; ya no lo quiero.
-Pero el viento...
-No estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
-Y los animales...
-Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son muy hermosas. Si no ¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no las temo: yo tengo mis garras.
Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego añadió:
-Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez.
La flor no quería que la viese llorar : era tan orgullosa...
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