...dejame este segundo, este instante sin ti que creí alguna vez perdido, dejame lo vivido, pero sin recuerdos, sin sabores, sin el color de las sombras, sin olor de tu ausencia, dejame sentir que ya no existes o por lo menos imaginarmelo, creer que este segundo es diferente, que ha pasado algo extraordinario, que estoy solo aquí agotando el olvido, no quiero mal gastar tu ausencia, dejame este segundo permiteme este instante bendito, este espacio vació, este momento lucido, dejame aqui varado a la orilla de los recuerdos, dejame en este mar que evoca este ultimo naufragio, dejame a la suerte un viento confundido, a la luz de un lucero casi infinito, dejame con este segundo, aunque tengas que llevarte el tiempo, dejame abrazado a este adios interminable, debajo de esta luna a la que tengo mucho que contar...
Hoy es la víspera de siempre,
los días, eternamente
no me dejan definir.
Y siempre estoy como esperando
que cuando al fin pase algo
aún me quede por decir,
por sentir, por retener,
un pedazo siquiera de mí.
¡Qué tal, tú!
Hoy es la víspera de siempre. Da igual.
Hoy ha salido el sol por ese lugar
en que suele aparecer.
¡Qué tal, tú!
Es delicioso conocerte y me da igual
verme de pronto en un recodo y, total,
volver a desaparecer.
¡Ay, la vida! que se llena de instantes,
que se llena de gentes,
que se llena de igual.
¡Ay, la vida! con su víspera muda,
con su infancia desnuda,
con su ocaso fugaz.
Hoy es la víspera de siempre (1968)
Silvio Rodríguez
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