...todo se rompe, todo se quiebra, todo un día se convierte en tiniebla, en oscuridad, en penumbra, todo se se derrumba, se caen las estrellas, se secan los mares y las flores mas bellas, también el silencio, y que decir del tiempo, se pierden los momentos, se extravían las pisadas, se olvidan los recuerdos, las noches y las albas, las lunas y las alboradas, todo un día se acaba, termina y concluye, todo se destruye y poco se transforma, cuando la vida se conforma, cuando el presente se vuelve nada, cuando la soledad queda varada en la contemplación de tu mirada...
“La rayuela se juega con una piedrecita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrecita, un zapato y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrecita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrecita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrecita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrecita y la punta de un zapato”.
0 comentarios:
Publicar un comentario