viernes, 14 de enero de 2011

El fuego ya no era el mismo (Fragmento de mi novela Los resucitados)

...entonces me invito a que lo acompañara al fin del mundo, de ninguna manera pensé, había escuchado por ahí que nadie regresaba del fin, mas la misma sensación de vértigo que se contempla entre el deseo de arrojarse de un edificio al contemplar el precipicio me ataco por un instante, instante preciso en el que otra vez por segunda vez asistía a mi voluntad, el mundo ya no era lo mismo, así que existía pensé la posibilidad de que el fin fuera el inicio, el desorden ahora era lo común, y la perfección había cambiado de forma, ahora todo lo que solía ser imperfecto cumplía nuevos roles en el universo, el fuego ya había reynado un tiempo casi infinito en la tierra aunque en realidad solo fueron segundos, lo cierto es que ante mi se había presentado la persona indeseada por todos los tiempos, a quien debíamos de temerle, y quien convertiría nuestra muerte en un martirio eterno, pero las cosas no son siempre como parecen, y mucho menos como te las platican, la convivencia entre ambos entes magnos y eternos había hecho el equilibrio en el que nosotros los hombres vivimos mucho tiempo, pero ahora ese equilibrio se habría roto y no precisamente entre ellos, si no que dentro de este equilibrio perfecto crecía un parásito de enormes dimensiones que empezaba a devorar el tiempo y a los dueños de el: el hombre, entonces accedí, y tan pronto como asentí con mi cabeza en señal de aceptar la oferta, ya me encontraba en otro lugar, o espacio, o tiempo, que mas da, lo cierto es que ahora todo era diferente y quizás yo ya no era el mismo, tal vez ya solo era el eco de algún pasado, o una carta en una botella que se hundió en medio del mar, y lo peor es que no habia un solo testigo que me pudiera decir que esto era real...


"Anoche encontré por casualidad un manual para aprender a conducir. Habrá sido la penumbra, o lo que me había dicho usted, pero empecé a sospechar que esas páginas expresaban Algo Distinto ¿Y si el automóvil sólo existiese como metáfora de la creación? Pero no hay que limitarse a lo exterior, o a la ilusión del salpicadero, hay que ser capaz de ver lo que sólo el Artífice ve, lo que hay debajo. Lo que está debajo es como lo que está arriba. Es el árbol de las sêfirot.

No me diga.

No soy yo quien lo dice. Ello se dice. Ante todo, el árbol motor, como su mismo nombre indica, es un Arbol. Pues bien, calcule, un motor, dos ruedas delanteras, embrague, cambio, dos juntas, diferencial y dos ruedas traseras. Diez articulaciones, como las sefirot.

Pero las posiciones no coinciden.

¿Quién lo ha dicho? Diotallevi nos ha explicado que, en ciertas versiones, Tif'eret no era la sexta sino la octava sefirah, y estaba debajo de Nesah y Hod. El mío es el árbol de Belboth, que corresponde a otra tradición.

Fiat

Pero veamos la dialéctica del Arbol. En lo alto, el Motor, Omnia, Movens, del que diremos que es la Fuente Creativa. El Motor comunica su energía creativa a las dos Ruedas Sublimes: la Rueda de la Inteligencia y la Rueda del Saber.

Sí, si es un coche de tracción delantera...

Lo bueno del árbol de Belboth es que admite opciones metafísicas. Imagen de un cosmos espiritual con tracción delantera, donde el Motor, delante, comunica inmediatamente sus voluntades a las Ruedas Sublimes, mientras que en la versión materialista es imagen de un cosmos degradado, en el que un Motor Ultimo imprime Movimiento a las dos Ruedas Infimas: desde el fondo de la emanación cósmica se esparcen las fuerzas inferiores de la materia.

¿Y si el motor y la tracción está atrás?

Satánico. Coincidencia de lo Superior y de lo Infimo. Dios se identifica con los movimientos de la materia ordinaria trasera. Dios como aspiración eternamente fracasada a la divinidad. Debe de ser por la Rotura de los Recipientes.

¿No será la rotura de la Cámara del Silenciador?

Eso es en los Cosmos Abortados, en los que el soplo venenoso de los Arcontes se dispersa por el Eter Cósmico. Pero no perdamos el hilo. Después del Motor y de las dos Ruedas, viene el Embrague, la sefirah de la Gracia que establece o interrumpe la corriente de Amor que vincula al resto del Arbol con la Energía Superna. Un Disco, un mandala que acaricia a otro mandala. De allí el Cofre de la Mutación; o del cambio, como lo llaman los positivistas, y que es el principio del Mal, porque permite a la voluntad humana acelerar o desacelerar el proceso continuo de emanación. Por eso el cambio automático es más caro, porque en ese caso es el Arbol mismo el que decide conforme al Equilibrio Soberano. Después viene una Junta que, admirable casualidad, lleva el nombre de un mago renacentista, Cardano, y después de un Par Cónico; adviértase la oposición con la Tétrada de los Cilindros en el motor, en el que hay una Corona (Keter Menor) que transmite el movimiento a las ruedas terrestres. Y aquí se manifiesta la función de la sefiráh de la Diferencia, o diferencial, que con majestuoso sentido de la Belleza distribuye las fuerzas cósmicas en las dos Ruedas de la Gloria y de la Victoria, que en un cosmos no abortado (de tracción delantera), siguen el movimiento dictado por las Ruedas Sublimes.

La lectura es coherente. ¿Y el corazón del Motor, sede del Uno, Corona?

Oh, basta leer con ojos de iniciado. El Sumo Motor vive de un movimiento de Aspiración y Descarga. Una compleja respiración divina en la que originariamente las unidades, llamadas Cilindros, (evidente arquetipo geométrico), eran dos, después engendran un tercero, y por último se contemplan y se mueven por mutuo amor en la gloria del cuarto. En esa respiración, en el Primer Cilindro (ninguno de ellos es primero por jerarquía, sino por admirable alternancia de posición y relación), el Pistón (etimología de Pistis Sophia) desciende desde el Punto Muerto Superior hasta el Punto Muerto Inferior, mientras el Cilindro se llena de energía en estado puro. Estoy simplificando, porque aquí entrarían en juego jerarquías angélicas, o Mediadores de la Distribución, que, como dice mi manual, "permiten abrir y cerrar las válvulas que comunican el interior de los cilindros con los conductos de aspiración de la mezcla...". La sede interna del Motor sólo puede comunicarse con el resto del cosmos a través de esa mediación, y aquí creo que se revela, quizá, pero no quisiera incurrir en la herejía, la limitación originaria del Uno que, para crear, depende de alguna manera de las Grandes Excéntricas. Habrá que hacer una lectura más atenta del Texto. De todas formas, cuando el Cilindro se llena de Energía, el Pistón vuelve a subir al Punto Muerto Superior y realiza la Compresión Máxima. Es el simsum. Y es entonces cuando acontece la gloria del Big Bang, la Explosión y la Expansión. Salta una chispa, la Mezcla refulge y se inflama: esta es, según el manual, la única Fase Activa del Ciclo. Y que en la Mezcla no vayan a entrar las conchas, las qelippot, gotas de materia impura como agua o Coca Cola, porque entonces no se produce la Expansión, o se produce a tirones abortivos...

¿Shell no querrá decir qelippot? Pero entonces hay que desconfiar. De ahora en adelante sólo Leche de Virgen...

Habrá que verificarlo. Podría tratarse de una maquinación de las Siete Hermanas, principios inferiores que quieren controlar la marcha de la Creación... Comoquiera que sea, después de la Expansión se produce el gran escape divino, que los textos más antiguos llaman Descarga. El Piston vuelve a subir hasta el Punto Muerto Superior y expele la materia informe ya quemada. Solo si consuma este acto de purificación puede iniciarse el Nuevo Ciclo. Que, si bien se mira, también coincide con el mecanismo neoplatónico del Exodo y el Parodo, admirable dialéctica del Camino Ascendente y el Camino Descendente.

Quantum mortalia pectora caecae noctis habent! ¡Y los hijos de la materia nunca se habían dado cuenta!

Por eso los maestros de la Gnosis dicen que no hay que fiarse de los Hilicos sino de los Pneumáticos.

Para mañana prepararé una interpretación mística del listín de teléfonos..."


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