viernes, 25 de enero de 2013

Homo sapiens

…vivimos atrapados en la sociedad del engaño, los tiempos de la mentira y de lo espurio, donde todo se sugiere pero nada se comprueba, de las cortinas de humo, de la turbiedad de las cosas, del pensamiento apócrifo, de las leyes contradictorias, donde es fácil ser deportista y engañar por mucho tiempo al mundo, o cometer crímenes en países ajenos y salir como héroe nacional, donde no se aclaran las evidencias de la mala política, donde adornamos con eufemismos la mala democracia, el mal proceder de las cosas, donde aplaudimos a personas que se han hecho millonarios utilizando sin permiso el intelecto de otros, donde es mas importante la vida personal de un joven cantante que los 870 millones de personas que pasan hambre en el mundo, donde hemos colaborado para el surgimiento de grandes compañías tecnológicas, pero no hemos logrado encaminarlas para el bien común, para hacer del mundo un lugar mejor, donde nos olvidamos que las armas fueron inventadas para matar y la economía para hacer mas ricos a los ricos y mas pobres a los pobres, vivimos tiempos retrogradas, en donde el esclavismo aun es reciente, donde grandes instituciones fundamentadas en la benevolencia de un Dios se han encargado de perjudicar mas que ayudar al ser humano, donde es mas importante bloquear económicamente a un país que colaborar en el crecimiento de otros, en donde el amor ha aprendido a disfrazarse de cosas superfluas, tal vez es como el homo sapiens ha perdurado desde hace 2.5 millones de años fregándose a los otros homos y a cuanto pobre animal que se ha puesto en su camino, pero nada de tristeza en este asunto, es nuestra naturaleza, gateamos apenas en los linderos de una era, donde quizás algún día lo único que nos quede por destruir seamos nosotros mismos…


La pobreza mata cada año, en el mundo, más gente que toda la segunda guerra mundial, que a muchos mató. Pero, desde el punto de vista del poder, el exterminio no viene mal, al fin y al cabo, si en algo ayuda a regular la población, que está creciendo demasiado. Los expertos denuncian los excedentes de población al sur del mundo, donde las masas ignorantes no saben hacer otra cosa que violar el sexto mandamiento, día y noche: las mujeres siempre quieren y los hombres siempre pueden. ¿Excedentes de población en Brasil, donde hay diecisiete habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay veintinueve? Holanda tiene cuatrocientos habitantes por kilómetro cuadrado y ningún holandés se muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia un puñado de voraces se queda con todo. Haití y El Salvador son los países más superpoblados de las Américas, y están tan superpoblados como Alemania.
El poder, que practica la injusticia y vive de ella, transpira violencia por todos los poros. Sociedades divididas en buenos y malos: en los infiernos suburbanos acechan los condenados de piel oscura, culpables de su pobreza y con tendencia hereditaria al crimen: la publicidad les hace agua la boca y la policía los echa de la mesa. El sistema niega lo que ofrece, objetos mágicos que hacen realidad los sueños, lujos que la tele promete, las luces de neón anunciando el paraíso en las noches de la ciudad, esplendores de la riqueza virtual: como bien saben los dueños de la riqueza real, no hay valium que pueda calmar tanta ansiedad, ni prozac capaz de apagar tanto tormento. La cárcel y las balas son la terapia de los pobres.
Hasta hace veinte o treinta años, la pobreza era fruto de la injusticia. Lo denunciaba la izquierda, lo admitía el centro, rara vez lo negaba la derecha. Mucho han cambiado los tiempos, en tan poco tiempo: ahora la pobreza es el justo castigo que la ineficiencia merece. La pobreza puede merecer lástima, en todo caso, pero ya no provoca indignación: hay pobres por ley de juego o fatalidad del destino. Tampoco la violencia es hija de la injusticia. El lenguaje dominante, imágenes y palabras producidas en serie, actúa casi siempre al servicio de un sistema de recompensas y castigos, que concibe la vida como una despiadada carrera entre pocos ganadores y muchos perdedores nacidos para perder. La violencia se exhibe, por regla general, como el fruto de la mala conducta de los malos perdedores, los numerosos y peligrosos inadaptados sociales que generan los barrios pobres y los países pobres. La violencia está en su naturaleza. Ella corresponde, como la pobreza, al orden natural, al orden biológico o, quizá, zoológico: así son, así han sido y así seguirán siendo. La injusticia, fuente del derecho que la perpetúa, es hoy por hoy más injusta que nunca, al sur del mundo y al norte también, pero tiene poca o ninguna existencia para los grandes medios de comunicación que fabrican la opinión pública en escala universal.
El código moral del fin del milenio no condena la injusticia, sino el fracaso. Robert McNamara, que fue uno de los responsables de la guerra del Vietnam, escribió un libro donde reconoció que la guerra fue un error. Pero esa guerra, que mató a más de tres millones de vietnamitas y a cincuenta y ocho mil norteamericanos, no fue un error porque fuera injusta, sino porque los Estados Unidos la llevaron adelante sabiendo que no la podían ganar. El pecado está en la derrota, no en la injusticia. Según McNamara, ya en 1965 había abrumadoras evidencias que demostraban la imposibilidad del triunfo de las fuerzas invasoras, pero el gobierno norteamericano siguió actuando como si la victoria fuese posible. El hecho de que los Estados Unidos hayan pasado quince años practicando el terrorismo internacional para imponer, en Vietnam, un gobierno que los vietnamitas no querían, está fuera de cuestión. Que la primera potencia militar del mundo haya descargado, sobre un pequeño país, más bombas que todas las bombas arrojadas durante la segunda guerra mundial es un detalle que carece de importancia.
Al fin y al cabo, en su larga matanza, los Estados Unidos habían estado ejerciendo el derecho de las grandes potencias a invadir a quien sea y obligar a lo que sea. Los militares, los mercaderes, los banqueros, y los fabricantes de opiniones y de emociones de los países dominantes tienen el derecho de imponer a los demás países dictaduras militares o gobiernos dóciles, pueden dictarles la política económica y todas las políticas, pueden darles la orden de aceptar intercambios ruinosos y empréstitos usureros, pueden exigir servidumbre a sus estilos de vida y pueden digitar sus tendencias de consumo.
Es un derecho natural, consagrado por la impunidad con que se ejerce y la rapidez con que se olvida. La memoria del poder no recuerda: bendice. Ella justifica la perpetuación del privilegio por derecho de herencia, absuelve los crímenes de los que mandan y proporciona coartadas a su discurso. La memoria del poder, que los centros de educación y los medios de comunicación difunden como única memoria posible, sólo escucha las voces que repiten la aburrida letanía de su propia sacralización. La impunidad exige la desmemoria. Hay países y personas exitosas y hay países y personas fracasadas, porque los eficientes merecen premio y los inútiles, castigo. Para que las infamias puedan ser convertidas en hazañas, la memoria del norte se divorcia de la memoria del sur, la acumulación se desvincula del vaciamiento, la opulencia no tiene nada que ver con el despojo. La memoria rota nos hace creer que la riqueza y la pobreza vienen de la eternidad y hacia la eternidad caminan, y que así son las cosas porque Dios, o la costumbre, quieren que así sean.
Octava maravilla del mundo, décima sinfonía de Beethoven, undécimo mandamiento del Señor: por todas partes se escuchan himnos de alabanza al mercado libre, fuente de prosperidad y garantía de democracia. La libertad de comercio se vende como nueva, pero tiene una historia larga. Y esa historia tiene mucho que ver con los orígenes de la injusticia, que en nuestro tiempo reina como si hubiera nacido de un repollo, o de la oreja de una cabra: hace tres o cuatro siglos, Inglaterra, Holanda y Francia ejercían la piratería, en nombre de la libertad de comercio, mediante los buenos oficios de sir Francis Drake, Henry Morgan, Piet Heyn, Franzois Lolonois y otros neoliberales de la época; la libertad de comercio fue la coartada que toda Europa usó para enriquecerse vendiendo carne humana, en el tráfico de esclavos; cuando los Estados Unidos se independizaron de Inglaterra, lo primero que hicieron fue prohibir la libertad de comercio, y las telas norteamericanas, más caras y más feas que las telas inglesas, se hicieron obligatorias, desde el pañal del bebé hasta la mortaja del muerto; después, sin embargo, los Estados Unidos enarbolaron la libertad de comercio para obligar a muchos países latinoamericanos al consumo de sus mercancías, sus empréstitos y sus dictadores militares; envueltos en los pliegues de esa misma bandera, los soldados británicos impusieron el consumo de opio en China, a cañonazos, mientras el filibustero William Walker restablecía la esclavitud, también a cañonazos, y también en nombre de la libertad, en América Central; rindiendo homenaje a la libertad de comercio, la industria británica redujo a la India a la última miseria, y la banca británica ayudó a financiar el exterminio del Paraguay, que hasta 1870 había sido el único país latinoamericano de veras independiente; pasó el tiempo y a Guatemala se le ocurrió, en 1954, practicar la libertad de comercio comprando petróleo a la Unión Soviética, y entonces los Estados Unidos organizaron una fulminante invasión, que puso las cosas en su lugar; y poco después, también Cuba ignoró que su libertad de comercio consistía en aceptar los precios que se le imponían, compró el prohibido petróleo ruso, y ahí se armó el tremendo lío que desembocó en la invasión de Playa Girón y en el bloqueo interminable.

Todos los antecedentes históricos enseñan que la libertad de comercio y lasdemás libertades del dinero se parecen a la libertad de los países, tanto como Jack el Destripador se parecía a san Francisco de Asís. El mercado libre ha convertido a nuestros países en bazares repletos de chucherías importadas, que la mayoría de la gente puede mirar pero no puede tocar. Así ha sido desde los lejanos tiempos en que los comerciantes y los terratenientes usurparon la independencia, conquistada por nuestros soldados descalzos, y la pusieron en venta. Entonces fueron aniquilados los talleres artesanales que podían haber incubado a la industria nacional. Los puertos y las grandes ciudades, que arrasaron al interior, eligieron los delirios del consumo en lugar de los desafíos de la creación. Han pasado los años, y en los supermercados de Venezuela he visto bolsitas de agua de Escocia para acompañar al whisky. En ciudades centroamericanas donde hasta las piedras transpiran a chorros, he visto estolas de piel para damas copetudas. En Perú, enceradoras eléctricas alemanas, para casas de pisos de tierra que no tenían electricidad. En Brasil, palmeras de plástico compradas en Miami. Otro camino, el inverso, recorrieron los países desarrollados. Ellos nunca dejaron entrar a Herodes en sus cumpleaños infantiles. El mercado libre es la única mercancía que fabrican sin subsidios, pero sólo con fines de exportación.
Ellos la venden, nosotros la compramos. Sigue siendo muy generosa la ayuda que sus estados brindan a la producción agrícola nacional, que así puede derramarse sobre nuestros países a precios baratísimos, a pesar de sus costos altísimos, condenando a la ruina a los campesinos del sur del mundo. Cada productor rural de los Estados Unidos recibe, en promedio, subsidios estatales cien veces mayores que el ingreso de un agricultor de las islas Filipinas, según los datos de las Naciones Unidas. Y eso por no hablar del feroz proteccionismo de las potencias desarrolladas en la custodia de lo que más le importa: el monopolio de las tecnologías punta, de la biotecnología y de las industrias del conocimiento y de la comunicación, privilegios defendidos a rajatabla para que el norte siga sabiendo y el sur siga repitiendo, y que así sea por los siglos de los siglos. Continúan siendo altas muchas de las barreras económicas, y más altas que nunca se alzan todas las barreras humanas. No hay más que echar un vistazo a las nuevas leyes de inmigración en los países europeos, o al muro de acero que los Estados Unidos están construyendo a lo largo de la frontera con México: éste no es un homenaje a los caídos del muro de Berlín, sino que es una puerta cerrada, una más, en las relaciones de los trabajadores mexicanos que insisten en ignorar que la libertad de mudarse de un país es un privilegio del dinero. (Para que el muro no resulte tan desagradable, se anuncia que será pintado de color salmón, lucirá azulejos decorados con arte infantil y tendrá agujeritos para mirar al otro lado.) Cada vez que se reúnen, y se reúnen con inútil frecuencia, los presidentes de las Américas emiten resoluciones repitiendo que el mercado libre contribuirá a la prosperidad. A la prosperidad de quién, no queda claro. La realidad, que también existe aunque a veces se note poco, y que no es muda aunque a veces se hace la callada, nos informa que el libre flujo de capitales está engordando cada día más a los narcotraficantes y a los banqueros que dan refugio a sus narco dólares. El derrumbamiento de los controles públicos, en las finanzas y en la economía, les facilita el trabajo: les proporciona buenas máscaras y les permite organizar, con mayor eficacia, los circuitos de distribución de drogas y el lavado del dinero sucio. También dice la realidad que esa luz verde está sirviendo para que el norte del mundo pueda dar rienda suelta a su generosidad, instalando al sur y al este sus industrias más contaminantes, pagando salarios simbólicos y obsequiándonos sus residuos nucleares y otras basuras.
Patas arriba: La escuela del mundo al revés
Eduardo Galeano

jueves, 24 de enero de 2013

Tiempos venideros

...atrapado en la penuria de este tiempo miserable,
me he quedado estacionado en los pliegues de este mar,
dibujado con cenizas de un pasado inexorable,
que no sabe que el silencio no aprendido a callar,
oportuno es el delirio a la hora de correr,
por el camino del que sabe que no tiene que perder,
cobardía transeúnte sin destino y sin crupier,
no hay motivos aparentes para no intentar volver,
las raíces encarnadas que en otros tiempos fueron pies,
se apagaron con las alas que no dejan de enmohecer,
suspiros matutinos del que empieza a envejecer,
cuando observa en el espejo lo que ocurrirá después,
no hay mañana contemplado en las cauces del sendero,
ni sufijo, ni arquetipo, ni presagio en el tintero,
sin promesas ni deslices el presente es usurero,
el reloj esta consiente de este tiempo venidero...




Yo, vine creciendo y me forjé
cual mi generación distinta
a la de ayer.

Soy, continuidad de mi niñez,
que es hija del sudor
de los brazos que ame.

Soy como quisieron ser
pero tratando de ser yo,
ni menos mal
pero en verdad
ni menos bien.

No ha sido fácil tener
una opinión que haga
valer mi vocación
mi libertad para escoger.

Amo sin ver lo que en el futuro
tenga que acontecer
dejo al sentir más puro,
florecer.

Ámame sin temor alguno
que yo he de prometer
fidelidad a mi modo de ser.

Yo, yo sólo tengo la razón
de quien quisiera ser
mejor de lo que ayer.

Yo, pongo en tu mano el corazón
con toda mi virtud,
mi egoísmo también.

Sufre conmigo el error que cometeré
goza también lo que de bien
se ha de lograr sin pretender.

Sube conmigo a encontrar el escalón
que evocaré para llegar
a ese lugar que un día soñé.

No ha sido facil
Pablo Milanes

lunes, 7 de enero de 2013

Nadie fue bendecido (The Beatles XII)

...la miseria del olvido la había sumergido en aquel sueño profundo en donde el tiempo se había desbordado y su alma se había perdido, pero su mirada había regresado acompañada de ciertos brillos y de una luz tenue ansiosa de vida anhelante de roció, la tome de la mano inmediatamente y la lleve hasta una plazuela cercana llena de aves gamberras que de forma extraña hemos relacionado con la paz, el rojo de sus mejillas retornaba como el rojo retorna a los campos de fresas en Marzo, al igual que el azul regresaba a la profundidad de sus ojos, Eleanor había regresado, y con ella la verdadera forma de latir de mi corazón, el tiempo y los silencios se habían quedado en aquella banca, o en aquella casa, o en la colina, o en mis sueños pero lo que no se había ido era mi amor por Eleanor mas su amor por mi nunca regreso, ella murió un 8 de Diciembre de 1980, murió en la iglesia y fue enterrada junto con su nombre, nadie asistió, El padre Mc Kenzie sacude la tierra de sus manos, mientras se aleja de la tumba, Nadie fue bendecido...

FIN


El mundo me trata mal

Qué desgracia
Yo soy de ésos
Que nunca lloran
El mundo me trata mal
Qué desgracia
Sin duda la he perdido
No volveré a verla
Va a ser una lata
Qué desgracia
Recordaré todas las cosas que hicimos
¿No se da cuenta de que siempre será la única, solitaria?
Devolvédmela
Porque ya veis
Qué sin ella viviré
En la desgracia
Recordaré todas las cosas que hicimos
Y ella recordará y echará de menos a su amor, solitario
Devolvédmela
Porque ya veis
Que sin ella viviré
En la desgracia
Ooh, en la desgracia
Ooh, en la desgracia
Qué desgracia

No pasará mucho tiempo

No pasará mucho tiempo, no no
No pasará mucho tiempo, no no
No pasará mucho tiempo, no no
Hasta que sea tuyo
Cada noche mientras todos se divierten
Yo me quedo aquí sentado solo
No pasará mucho tiempo, no no
No pasará mucho tiempo, no no
No pasará mucho tiempo, no no
Hasta que sea tuyo
Desde que me dejaste me siento tan solo
Ahora vuelves, vuelves a casa
Sé que debo portarme bien
Vuelves a casa, vuelves a casa
Cada noche caen lágrimas de mis ojos
De día no hago más que llorar
No pasará mucho tiempo, no
No pasará mucho tiempo, no
No pasará mucho tiempo, no
Hasta que sea tuyo
Desde que te fuiste me siento tan solo
Ahora vuelves, vuelves a casa
Sé que debo portarme bien
Vuelves a casa, vuelves a casa
Ahora no habrá día que no seamos felices, lo sé
Sé que nunca me dejarás
No pasará mucho tiempo, no no
No pasará mucho tiempo, no no
No pasará mucho tiempo, no no
Hasta que sea tuyo

Todo mi amor 

Cierra los ojos y te besaré
Mañana te echaré de menos
Recuerda. que siempre te seré fiel
Y cuando esté lejos
Te escribiré cada día
Te enviaré todo mi amor


Imaginaré que estoy besando
Los labios que añoro
Esperando que mis sueños se hagan realidad
Y cuando esté lejos
Té escribiré cada día
Te enviaré todo mi amor


Todo mi amor te enviaré
Toda mi amor, cariño, te seré fiel


Cierra los ojos y te besaré
Mañana te echaré de menos
Recúérda que siempre te seré fiel
Y cuando esté lejos
Te escribiré cada día
Te enviaré todo mi amor


Todo mi amor te enviaré
Todo mi amor, cariño, te seré fiel
Todo mi amor, todo mi amor
Todo mi amor te enviaré

Ah, mira a toda la gente solitaria
Ah, mira toda la gente solitaria
Eleanor Rigby
recoge el arroz
de la iglesia donde ha tenido lugar una boda.
Vive en un sueño
espera tras la ventana con una expresión
que guarda en un jarrón junto a la puerta
¿Para quién es?

Toda la gente solitaria
¿De dónde viene?
Toda la gente solitaria
¿A dónde pertenece?

El padre Mc Kenzie escribe las palabras
de un sermón que nadie va a escuchar
Nadie se acerca
mírenlo trabajando, remendando sus medias
de noche cuando no hay nadie
¿De qué se preocupa?

Eleanor Rigby
murió en la iglesia
y fue enterrada junto con su nombre
Nadie asistió
El padre Mc Kenzie sacude la tierra de sus manos
mientras se aleja de la tumba
Nadie fue bendecido

The Beatles

Mientras la vida pasa
Si es que pasa el invierno (The Beatles I)
En el aire (The Beatles II)
Ayer (The Beatles III)
En las calles (The Beatles IV)
En la colina (The Beatles V)
En algun lugar (Los Beatles VI)
Donde las aves vuelan (The Beatles VII)
Una humeda mañana (The Beatles VIII)
En el mas profundo abismo de un amor (Los Beatles IX)
De vuelta en tu mirada (The Beatles X)
Ella sin ella (The Beatles XI)
Nadie fue bendecido (XII)

"La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes." John Lennon.

Las palabras se tienen que decir

...las palabras se tienen que decir, cuando aun queman la garganta, cuando alumbran el corazón, cuando el viento este distraído, las palabras tienen que salir, cuando el suspiro es reciente, cuando  las lagrimas brillan en los ojos, cuando el silencio se convierte en vació, antes de que la memoria vuelva a dormir, las palabras tienen que vivir, para no ahogarnos en frases sin terminar, para no asfixiarnos con palabras que se convierten en sentimientos, en nudos en la garganta, en versos que naufragan en la saliva, en bocas que prefieren el invierno, en aves de aliento que migran hacia el fin, las palabras tienen que surgir cuando retoñan en la mente, cuando se escurren del alma, cuando hay calma y tempestad, aunque la lengua este prohibida, o quizás emancipada, taciturna y pueril, con cuerpo de voz, o letras tintadas, antes de que el tiempo las consuma, y nos quedemos sin decir nada, las palabras se tienen que decir...


Cuando se ande descalzo, paso a paso de viento,
cuando venga del polvo la ciudad destruida,
que alguien cante una estrofa a las manos de un muerto,
que alguien diga algún verso a su espacio de vida.

Puede ser que sus restos no se distingan en la ciudad,
que la perfección de la piedra no luzca piel.
Puede ser que su sangre no mueva una astronave,
puede ser que sus huesos no sirvan para torres,
puede ser que una estrella brille más que su voz.

Ha pasado que el llanto se convierte en palabras,
ha pasado que un hombre se convierte en palabras,
palabras, palabras, palabras a granel.

Cuando la muerte sea inalcanzable y rara,
cuando un mohoso grillete repose en la vitrina,
que se dé a cada hijo una flor y una bala,
que se sepa que el mundo va sembrado de vidas.

Se sabrá que este ir y venir de piedras no se quedó,
que una lluvia lejana fue a mojar la ciudad.
Fijaremos con clavos las ventanas, los sueños,
los pedazos de tierra, la limpieza y el lodo,
las guitarras, las sillas, las piedras y el amor.

Porque ha pasado que historia se convierte en palabras,
ha pasado que el mundo se convierte en palabras,
ha pasado que todo se convierte en palabras,
palabras, palabras, palabras a granel.

Palabras
Silvio Rodríguez
Related Posts with Thumbnails