martes, 31 de marzo de 2009

Arribando a la vida

...que momento nuestro arribo a la vida, nuestro primer destello de luz, un nuevo mundo poblado de seres extraños, el llanto que hace coro con los ecos de la esperanza, los ángeles entonan sus mas bellas melodías, filas de querubines preparan la llegada de un nuevo ser a la vida, alegres por el nacimiento de un nuevo hijo de Dios, es el comienzo de una historia de nuevos caminos y nuevos destinos, de caminar en el tiempo expuesto a una gama de sentimientos, de padecer dolores y vivir amores, no puede haber mejor acontecimiento que llegar a acariciar el momento de sentir la brisa y el viento, y en esos primeros instantes saber que hemos llegado a la vida, y de ahí pasaran muchas cosas pero nada como ese primer día...


El hospital público, ubicado en el barrio más copetudo de Río de Janeiro, atendía a mil pacientes por día. Eran, casi todos, pobres o pobrísimos.

Un médico de guardia contó a Juan Bedoian:

-La semana pasada, tuve que elegir entre dos nenas recién nacidas. Aquí hay un solo respirador artificial. Ellas llegaron al mismo tiempo, ya moribundas, y yo tuve que decidir cuál iba a vivir.

Yo no soy quién, pensó el médico: que decida Dios.

Pero Dios no dijo nada.

Eligiera a quien eligiera, el médico iba a cometer un crimen. Si no hacía nada, cometía dos.

No había tiempo para la duda. Las nenas estaban en las últimas, ya yéndose de este mundo.

El médico cerró los ojos. Una fue condenada a morir, y la otra fue condenada a vivir.

El nacimiento
Eduardo Galeano

sábado, 28 de marzo de 2009

Decir adios

...te traigo aquí, en donde no quieres estar, te veo postrada en el mismo lugar que te hace el ser mas indiferente, pero no te puedo sacar, un día te borró de esa imagen que aparece cada que me veo en el espejo, pero ya me canse de romper espejos, de engañar a ese yo que sabe que sigues siendo lo que ya no eres, pero que esa misma verdad ni yo mismo la creo, y creer es ahora lo que menos importa, porque si te quisiera desaparecer ya lo hubiera hecho, pero no me he podido ordenar eso, algo en mi dice que debes seguir ahí, para creer que el tiempo hará su trabajo, que tontería pienso yo, pero mejor esperanza nadie me ha confiado, que la misma soberbia de la vida que presume que algún día terminara, pero que tragedia hablar del final, cuando saboreamos los deleites de el comienzo, no es que este triste solo es que pienso, que el día que te vayas seguirás existiendo, pero no en mi vida, y mucho menos en mi tiempo...


"Seducir a una mujer – dijo Bertlef con disgusto - , eso sabe hacerlo hasta el más tonto. Pero saber abandonarla es algo que sólo puede hacer un hombre maduro."

La despedida.
Milan Kundera

martes, 24 de marzo de 2009

Las cosas que no son tu

...vivo ahora con esas cosas que no son tu,
con tu forma de mirar sin ti,
con los labios que no son tú,
con tu extraña forma de decir que si,

camino a tu lado sin ti,
sin mi sombra abrazando a la tuya,
sin esos tiempos que contigo viví,
sin creer que tu boca es la suya,

aun conservo tu alegría triste,
en un baúl guardo tu tristeza alegre
también ese amor que no borraste antes de irte,
pero en una jaula lo que mas me duele,

Tal vez nunca muera de ti,
Y quizás vivas encerrada en mí,
Sin saber que muero por ti,
Por esas cosas que si eran tú,
Tu pelo a la suerte del viento,
Tus ojos a la orilla del mar,
Tu vientre acoplado en mi cuerpo,
Mis deseos que agonizaban en ti.

Tal vez nunca me olvide de ti,
Porque tal vez nunca aprenda a olvidarme de mi,
De ese tiempo que se disfrazo de perfecto,
De ese amor que parecía perpetuo,
De esa vida que alguna vez contigo compartí...

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?

Te quiero a las 10 de la mañana
Jaime Sabines

jueves, 19 de marzo de 2009

Hijos somos, hijos seremos

...hijos somos los que padecemos, la fortuna de tener padres en la vida, aunque quizás poco obedecemos, a la experiencia que ellos tienen ya aprendida, hijo es aquel fruto, que surge del árbol sano, que crece a cada minuto, para no vivir en vano, hijo es el que nace algún día, aunque no exista familia, ni ángel que le tenga envidia, por su alma siempre en vigilia, hijo es el que aprende a volar, aunque no le hayan puesto alas, el que ha aprendido a amar, aun en medio de las balas, hijo es en si una nueva esperanza, para el mundo que fallece, cobijado en la eutananza, antes de que el fin empiece, hijo es el que ha sido arrancado del cielo, que es soltado de la vida a la muerte, hacia donde emprende el vuelo, buscando quizás otra suerte, hijo es quien pasa o pasó por esta tierra, y que de alguna forma escribió su historia, tal vez de paz tal vez de guerra, quizás de pena quizás de gloria, hijos seremos por siempre, aunque en ese siempre no haya padres, pues todos salimos del vientre, del que Dios doto a las madres...


Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no pueden visitar
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.

Tus Hijos
Khalil Gibran

jueves, 12 de marzo de 2009

Pon el detergente, cierra la tapa y relájate

...dicen que fue la lavadora, en el ombligo de Roma anuncian en el diario, corran todos antes de que arda Sodoma, y escondan al valiente temerario, que se atrevió a jugarse el pellejo, en una manada de feroces féminas, yo que tu de las tiendas y salones de belleza me alejo, no vaya ser que alguien te ataque mientras caminas, pero no suena tanto a tontería, decir que este aparato les salvo la vida, preguntale a las que usaron río y piedra cuanto les ayudaría, tal vez hubieran tenido mas tiempo para hacer la comida, si la lucha son los pantalones, anden lavenlos también en la lavandería, que a nosotros los que somos hombres, nos esta gustando la jocoseria, fuimos creados diferentes, nosotros no podemos tener un aborto, pero si podemos ser imprudentes, y al decir esto me quedo corto, pero eso si nunca nos hagan tomar la píldora, que eso si nos disgustaria, y no se olviden de agradecer por la lavadora, en la misa del domingo al mediodía...



Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


Redondillas
Sor Juana Inéz de la Cruz

domingo, 8 de marzo de 2009

De una costilla

...creo Dios un ser tan extraño, distinto a los ojos de un hombre, dotado de otras cualidades, de otras sensaciones y de un cuerpo distinto, fue al tiempo que de una costilla salio aquel gran fruto, que en el paraíso estuvo extinto, a que Dios tan astuto, cubrir la soledad del hombre con este gran ser, recipiente de varios tipos de belleza, que no solo los ojos pueden ver, ejemplo de la sencilla grandeza, donde se siembran los humanos, en ese pequeño pedazo de edén, de donde nacen hijos y hermanos, donde se empieza a escribir el réquiem, de las promesas de nueva vida, de los comienzos de un nuevo ser, como esconder tanta fuerza, en un frasco tan débil, prueba de la mayor destreza, y de que Dios es muy hábil, para eso de crear cosas bellas, como su ángel versión todo terreno, tal vez comparado con las estrellas, quizás mejor que un sueño eterno, es este ser orgullo de la creación, es este ser la belleza en su mejor presentación...


¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.

Si Dios fuera mujer
Mario Benedetti

viernes, 6 de marzo de 2009

Si solo sabias volar

...la conocí cuando no debía, como un cometa paso por mi vida, tatuando su rastro con gran osadía, inundo mi cuerpo y mi alma con su alegría, me dijo que era lo que resulto no ser, en aquellos tiempos no importaba lo que no podías ver, todo se trataba de intentarla tener, de jugar a que era mía y que por siempre así iba a ser, pero quien puede retener a un ave, que ha nacido sin pies, que solo sabe de alas y que ve el mundo al revés, y así fue como paso por mi vida, aveces de frente y aveces escondida, lo peor del caso es que nunca hubo despedida, nunca nadie se atrevió a bajar el telón, el artista no deja de ser artista aunque se acabe la función, ni ella saldrá de mi vida porque nunca entro, simplemente se fue desde el día que Dios la planeo, y aunque paso por mi vida, mi alma nunca la abandono...


“No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres…
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
“¡María Luisa! ¡María Luisa!”… y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera…,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes…
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.”

El lado oscuro del corazon
Oliverio Girondo

miércoles, 4 de marzo de 2009

Sombra

...se fue, cargado de silencios lo pude ver correr, lo vi huyendo del mundo, asustado por las mañanas de extraño amanecer, agoviado por este tiempo iracundo, que olvidado lo dejo en un rincon profano, acomplejado por los dias que a diario dejaban de ser, lo vi siendo como se ve a un extraño, y cuando lo vi extraño ya no lo pude ver, aquella tristeza no habia dejado viva ninguna alegria, quien pensaria que con esto se podria poner un alma en agonia, que injusto es todo cuando lo comparas con tu vida, que cruda es la tirania, cuando su maldad ya no repara entre ganada y perdida, aun logro ver su silueta, con esa poca de luz que su alma aun refleja, rastro callado que aun mancha la estela en su camino, de esta existencia compleja, que siempre acompaño su destino, dijo la sombra al tiempo que desaparecia, que si volviera a nacer otra vez le acompañaria...


"Bienvenido al Cementerio de los Libros Olvidados.
Este lugar es un misterio, Daniel, es un santuario.
Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte. Hace ya muchos años, cuando mi padre me trajo por primera vez aquí, este lugar ya era viejo. Quizá tan viejo como la misma ciudad. Nadie sabe a ciencia cierta desde cuándo existe, o quiénes lo crearon. Te diré lo que mi padre me dijo a mí.

Cuando una biblioteca desaparece, cuando una librería cierra sus puertas, cuando un libro se pierde en el olvido, los que conocemos este lugar, los guardianes, nos aseguramos de que llegue aquí. En este lugar, los libros que ya nadie recuerda, los libros que se han perdido en el tiempo, viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos de un nuevo lector, de un nuevo espíritu. En la tienda nosotros los vendemos y los compramos, pero en realidad los libros no tienen dueño. Cada libro que ves aquí ha sido el mejor amigo de alguien. Ahora sólo nos tienen a nosotros, Daniel. ¿Crees que vas a poder guardar este secreto?”

La sombra del viento
Carlos Ruiz Zafón
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