viernes, 7 de marzo de 2014

Semitono

...a media voz, con el corazón diluido, y mi silueta pensante, dibujado en el trino de un clochard delirante, a una hora confusa del día, en ausencia de luna,  con peligro de derrumbe, con el alma a media hasta y los ojos inundados de verdad, con la boca llena de silencios, en desprecio del tiempo, de la luz agobiante de aquellos semáforos que invocan sentimientos, recuerdos transeúntes, pensamientos disipados, glorias errantes y todas esas cosas que no encuentran mejor tiempo para llegar, pero llegan, y se quedan, y arañan el alma, y pellizcan el corazón y te hunden en lo mas profundo de ti mismo, donde quizás no quieres estar, por aquella advertencia de no platicar con desconocidos, mucho menos con muertos que siguen vivos, con pasados que no saben irse, con estrellas que ya no palpitan, con fantasmas de cara amable y todo eso que por algún motivo ya no es, y todo este alboroto, de mares, de ideas, de sueños, y centellas, es solo para que en mi mente se dibuje una frase, que no esta hecha de palabras, si no mas bien de paisajes, "Fui a un bosque a buscarte pero solo encontré arboles"...



Lunes 25 de febrero

Pero Blanca preguntó: "¿Así que se acordaba de mamá?". Me pareció que Jaime iba a decir algo, creo que movió los labios, pero decidió quedarse callado. "Feliz de él", agregó Blanca, "yo no me acuerdo". "Yo sí", dijo Esteban. ¿Cómo se acordará? ¿Como yo, con recuerdos de recuerdos, o directamente, como quien ve la propia cara en el espejo? ¿Será posible que él, que sólo tenía cuatro años, posea la imagen, y que a mí, en cambio, que tengo registradas tantas noches, tantas noches, tantas noches, no me quede nada? Hacíamos el amor a oscuras. Será por eso. Seguro que es por eso. Tengo una memoria táctil de esas noches, y ésa sí es directa. Pero ¿y el día? Durante el día no estábamos a oscuras. Llegaba a casa cansado, lleno de problemas, tal vez rabioso con la injusticia de esa semana, de ese mes.

A veces hacíamos cuentas. Nunca alcanzaba. Acaso mirábamos demasiado los números, las sumas, las restas, y no teníamos tiempo de mirarnos nosotros. Donde ella esté, si es que está, ¿qué recuerdo tendrá de mí?

En definitiva, ¿importa algo la memoria? "A veces me siento desdichada, nada más que de no saber qué es lo que estoy echando de menos", murmuró Blanca, mientras repartía los duraznos en almíbar. Nos tocaron tres y medio a cada uno.

La tregua
Mario Benedetti

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