jueves, 27 de noviembre de 2008

Cambiamos

...cambiamos, aunque no queremos lo hacemos, el mundo nos obliga a movernos de un lado a otro sin considerarnos, andamos como pelotas de pimpón de un lado a otro, hasta que el equilibrio entre ambos lados se rompe y caemos y nos levantamos para seguir girando, difícil es estacionarnos en algún punto por mas bello que resulte ser no podemos detenernos, por naturaleza buscamos conocer los frutos prohibidos del edén, por naturaleza queremos ir mas allá, conocer, explorar, ampliar los limites de lo que conocemos, cambiamos porque estamos obligados a hacerlo, desde niños hasta que envejecemos, y seguimos cambiando, expuestos a los caprichos del tiempo todo el tiempo, susceptibles al azar, a la mediocridad de la casualidad, a la soberbia del universo, y para no decir mas a los designios de Dios...

Lo importante es ir cerrando círculos, puertas o capítulos, como quieras llamarlos. ¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó esa relación? ¿Ya no vives más en aquella casa? ¿Debes irte de viaje? ¿Te toca vivir aparte? Puedes pasar mucho tiempo aferrándote a la negación de la realidad, revolcándote en los porqués, insistiendo en regresar el cassette una y otra vez.
Si lo haces el desgaste va a ser infinito, porque en la vida todos y todas estamos encaminados a cerrar capítulos, a darle vuelta a la hoja, a terminar etapas para seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué ocurrió lo que ocurrió; hay que soltarlo, hay que desprenderse. No resulta sano ser niños eternos, adolescentes tardíos, empleados de empresas inexistentes. Tampoco forzar vínculos con quien no quiere mantenerlos con nosotros, o bien con quien ya no es conveniente tenerlos. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar objetos, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos y vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, des-prenderse.
Si andas por la vida dejando puertas abiertas (por si acaso), escasamente podrás vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuraste, para mantener la ilusión de algún día regresar? (¿a qué?) Si puedes enfrentar ya la necesidad de aclaraciones y decir las palabras que no dijiste, hazlo. Si no, déjalas ir, cierra capítulos, pero no por orgullo o soberbia, sino porque tú ya no encajas allí: en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio, en esa familia. Mereces crecer, madurar; merecer vencer el miedo a vivir de manera independiente y por tus propios recursos.
Cierra la puerta, dale vuelta a la hoja, concluye el círculo. Aprende a dejar lo que sólo es costumbre, apego improductivo. Clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete. ¡Suéltate! Paulo Coelho

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