jueves, 12 de marzo de 2009

Pon el detergente, cierra la tapa y relájate

...dicen que fue la lavadora, en el ombligo de Roma anuncian en el diario, corran todos antes de que arda Sodoma, y escondan al valiente temerario, que se atrevió a jugarse el pellejo, en una manada de feroces féminas, yo que tu de las tiendas y salones de belleza me alejo, no vaya ser que alguien te ataque mientras caminas, pero no suena tanto a tontería, decir que este aparato les salvo la vida, preguntale a las que usaron río y piedra cuanto les ayudaría, tal vez hubieran tenido mas tiempo para hacer la comida, si la lucha son los pantalones, anden lavenlos también en la lavandería, que a nosotros los que somos hombres, nos esta gustando la jocoseria, fuimos creados diferentes, nosotros no podemos tener un aborto, pero si podemos ser imprudentes, y al decir esto me quedo corto, pero eso si nunca nos hagan tomar la píldora, que eso si nos disgustaria, y no se olviden de agradecer por la lavadora, en la misa del domingo al mediodía...



Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


Redondillas
Sor Juana Inéz de la Cruz

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