lunes, 19 de abril de 2010

Caminos de Hikuri y Ron

...se aleja el mundo de a deberás, se van desdibujando los caminos, se llena no de flores y no de encinos, los colores van siendo lo que debieran, la naturaleza se revela un poco cruda, la conciencia frente a mí se desnuda, el sabor de lo amargo se funde con el de una uva, la arena de un desierto toca una playa de Cuba, la noche es una mezcla de olores, sabores ardientes de invierno y primavera, de gotas de luz en plena guerra, de paz que dentro de mí se aferra, el silencio conversa con mi alma, la euforia le dice que no a mi calma, esto debería ser una de esas noches sin alba, hojas de arboles en un réquiem, es este momento en que no importa él quien, si no él como fuera, y el cómo debería ser…


Cuentan los ancianos, que hace mucho, mucho tiempo en la sierra huichola se reunieron los abuelos, para platicar de la situación en la que se encontraban. Su gente estaba enferma, no había alimentos, ni agua, las lluvias no llegaban y las tierras estaban secas.
Decidieron mandar de cacería a cuatro jóvenes, con la misión de encontrar alimento y traerlo a su comunidad para compartir, fuera mucho o poco. Cada uno representaba un elemento, es decir el fuego, el agua, el aire y la tierra.
A la mañana siguiente emprendieron el viaje los cuatro jóvenes, cada uno llevando su arco y su flecha; caminaron días enteros, hasta que una tarde de unos matorrales saltó un venado grande y gordo. Los jóvenes estaban cansados y hambrientos, pero cuando vieron el venado se les olvidó todo; comenzaron a correr detrás de él sin perderlo de vista. El venado veía a los jóvenes y se compadeció. Los dejó descansar una noche y al día siguiente los levantó para seguir con la persecución.
Así transcurrieron semanas hasta que llegaron a Wirikuta (desierto de San Luis Potosí y camino sagrado de los huicholes). Estaban justo en la puerta al lado del cerro de las Narices, en donde habita un espíritu de la tierra y vieron al venado que brincó en esa dirección; ellos juraban que se había ido por ahí, lo buscaron pero no lo hallaron. De pronto uno lanzó una flecha que fue a caer en una gran figura de venado formada en la tierra de plantas de peyote. Todas juntas brillaban con el sol, como esmeraldas mirando a una dirección. Confundidos los jóvenes con lo sucedido, decidieron cortar las plantas que formaban la figura del venado (marratutuyari) y llevarlas a su pueblo.
Después de días de camino llegaron a la sierra huichola donde los esperaba su gente. Se presentaron de inmediato con los abuelos y contaron su experiencia. Comenzaron a repartir el peyote (híkuri) a todas las personas, que después de un rato los curó, alimentó y les quitó la sed.
Desde ese momento los huicholes veneran al peyote que a mismo tiempo es venado y maíz, su espíritu guía. Así cada año, hasta nuestros tiempos, siguen andando y peregrinando, manteniendo viva esta ruta de la sierra huichola hasta Wirikuta, para pedirle al Dios, lluvias, sustento y salud para su pueblo.
Pampariusi (gracias en la lengua Wirrarika)

EL ENCUENTRO CON EL ESPÍRITU DEL HÍKURI (PEYOTE)
Proserpina Real

0 comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails