sábado, 11 de junio de 2011

Un viejo y mal gastado amor...

...hacia el tiempo que el pecho solo era un pecho, si, un frió saco de huesos con un corazón en el interior palpitando a ritmos secos e insípidos, como si esto solo se tratara de vivir, de amanecer a diario con lo mismo y peor aun caer en las garras del sueño sin tener nada nuevo que contar , hablo de caminar, como caminan las manecillas de un reloj hacia ningún lado, avanzar como un tren que nunca se ha descarrilado, una vía muerta hacia el futuro, hacia el renacer de los estúpidos conceptos necesarios para vivir, palabras malgastadas, prostituidas en el romanticismo ambiguo e hipócrita del ser, palabras tan tiernas que ni siquiera pueden sostenerse por si mismas, palabras de tallos frágiles y raíces enfermas, tan vacías que ya han olvidado doler,  que se diluyen  en el alma sin siquiera incitar a una lágrima, y se apagan fácilmente en cualquier cielo, pero este pecho es diferente, sus palabras arden, se estrujan, se retuercen, navegan por renglones retorcidos, caminan en manadas de estrofas arrasando con todo a su paso, desdoblando los pliegues de mi conciencia, aplastando los despojos de mi memoria , pisoteando mi propia historia, hasta que mis latidos cambien de voz, y aprendan a cantar un nuevo vals en Do Mayor, que enamore sin tener que decir amor...




“Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.

¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. (…)”


Rayuela 
Julio Cortazar

1 comentarios:

•• J a d e •• dijo...

Hola Pedro Daniel!

Espero que Don Corazón siga dejándose sorprender de vez en cuando y se atreva a reinventarse y crear nuevas melodías... de esas que te alegran la vida, de esas que te cambian la perspectiva....

Un saludo y mis mejores deseos para que tus latidos suenen festivos este fin de semana (o lo que queda de el)...

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