jueves, 23 de agosto de 2012

Acedia

...se apaga la luz, se enciende la oscuridad, pensamientos obtusos avanzan hacia mi, no hay nadie aquí dentro de mi, el sueño se espanta, la noche cambia de lugar, me atrapa el vació, la soledad, los ojos se hastían del día a día, la mirada esta llena de realidad, el aburrimiento perpetuo que es racionado segundo a segundo, sin ganas de horas, relojes que aun no aprenden a llorar, apatía total de lo diverso, túnel convexo a la acedia, quizás otro día y sera igual, lucido, perplejo, de reflejos lascivos inherentes al presente, lleno de sustantivos que anhelan el adjetivo, traficantes de lo superfluo, que vale mas que el destino, triste camino sin semblante, avergonzado quizás, hablar de mas y después callar, la noche se apaga pero el cielo no deja de llorar...




"Para los hombres y también para las naciones, su mayor problema es la independencia. ¿Es posible solucionarlo? Lo que poseo parece ser mío, pero siempre soy poseído por aquello que poseo. La única propiedad verdadera debería ser el Yo, más, pensándolo bien, ¿dónde se encuentra aquel residuo absoluto, aislado, que no depende de nadie?
Ausentes o presentes , otros participan en nuestra vida interior y externa. No hay salvación. Incluso en la soledad más perfecta me siento, con espanto, átomo de un monte, célula de una colina, gota de un mar. En mi espíritu y en mi carne se encuentra la herencia de los muertos; mi pensamiento es deudor de los difuntos y de los vivientes; aún en contra de mi voluntad, mi conducta está guiada por seres a quienes no conozco o que desprecio.
Todos mis conocimientos los he aprendido de otros. Cualquier objeto que adquiera es obra de otros, y ¿qué importa que las haya pagado? Sin el operario, sin el artesano, sin el artista, estaría tan o más desnudo que Calibán o que Robinsón. Estoy obligado a hablar en una lengua no inventada por mí; y, sin que los note, me son impuestos los gustos, los sentimientos y los prejuicios de aquellos que han llegado antes.
Si, pedazo por pedazo, desarmo el Yo, siempre encontraré trozos y fragmentos que vienen del exterior, a cada uno de los cuales podría colocarle una etiqueta de su origen. Esto es de mi madre, esto de Emerson, de Rousseau o de Stirner. Pudiera apartar a los hombres de mi presencia, pero aún así una buena parte de ellos seguiría viviendo, invisible, en mi soledad."

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