domingo, 26 de abril de 2009

Solo vive

...acaricia cada segundo de tu día, enamorate de la felicidad, abraza esos momentos de agonía, siembra mas momentos en tu ciudad, invitale una copa a la tristeza, aprecia la oportunidad de volver a ver el sol entrar por tu ventana, agradece lo poco o lo mucho que hay en tu mesa, para que vuelva a haber mañana, saborea cada momento de la vida, cuando estés arriba, cuando estés abajo, cuando creas que no tienes salida, da gracias por tu trabajo, o por el que pronto llegara, valora los instantes llenos de luz, pero aprende a vivir también en la oscuridad, algún día siente el hambre que obligadamente sienten muchos en el mundo, dale a tu vida una oportunidad que a otros quizás nunca se les dará, apiadate de aquel que esta en el hospital moribundo, sueña que puedes aliviar su mal, quizás alguien en el cielo te escuche, y provoques un milagro celestial, acostumbrate a que la vida sea un problema, y no desperdicies tiempo en resolverla, solo vive hasta que tu tiempo se duerma, y tengas un hermoso final...


" Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
—¡niñez en el crepúsculo!, ¡lagunas de zafir!—
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de obscuro pedernal:
la noche nos sorprende con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noche lúgubres el llanto del pintar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables.
¡Un día en que ya nadie nos puede retener! "

Canciones de la vida profunda
Porfirio Barba Jacob

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