lunes, 5 de mayo de 2025

Pesimismo

...no hay bien que por mal no venga, ni memoria que lo sostenga. Todo puede salir mal, pero el mundo insiste en demostrar que aún lo peor tiene margen. Extraño los días soleados, las tardes naranjas que sabían a tregua, las noches de luna llena donde al menos la sombra tenía sentido. Hoy lo alegre es triste, y lo triste ya no alcanza.

Se ha vaciado incluso el consuelo. El optimismo es una superstición de los distraídos, una rama seca a la que llaman esperanza por costumbre. Las cosas no mejoran; se desgastan, se pudren con elegancia. El tiempo no cura nada: archiva, disimula, convierte las heridas en arquitectura.

Hay una forma sutil en que el alma se cansa, no de sufrir, sino de esperar a que algo cambie. Porque no cambia. Solo se transforma, se disipa como el calor que abandona una taza olvidada. Ya no hay tragedias grandes, solo repeticiones meticulosas del mismo desvelo, del mismo silencio que arrastra los muebles por dentro.

Las sonrisas ya no significan nada. Son un reflejo muscular, un deber social. La alegría se volvió un acto de cortesía, un modo discreto de no alarmar a los otros, no vaya alguien a pensar que no me gusta la vida y algún día me dediquen su mal día, no creo ser para tanto, pero mientras tanto, por dentro, todo calla de más, como si hablar fuera una falta de respeto frente a lo inevitable, un cansancio interminable, una gota que ni siquiera sabe derramar vasos, esos donde las tormentas vacacionan debido a mi sequia. 

Y lo inevitable, lo que todos evitan nombrar, es esto:
que no siempre se toca fondo,
porque el fondo también cede.
Y uno cae —no con violencia,
sino con una parsimonia digna de los relojes rotos—
hasta volverse, silencio, nada, paz y vacio...


Límites

Jorge Luis Borges

Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar,
hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
hay un espejo que me ha visto por última vez,
hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.

Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
hay alguno que ya nunca abriré.
Este verano cumpliré cincuenta años:
la muerte me desgasta, incesante.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue acicalando esas alitas hasta que broten nuevos colores ...

Pedro Daniel dijo...

Hola cuack!!!

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