domingo, 12 de septiembre de 2010

Casualmente

...al final de cuentas la vida es una sucesión de acontecimientos fortuitos, un mapa de caminos que se interceptan en puntos inesperados, un jardín de azares donde ningún suceso tiene sentido, mucho menos motivo, un andar sin poder detenerse hasta que por fin llega el momento definitivo, los científicos dirían que somos partículas en movimiento, las religiones por siempre nos tacharan de seres inferiores, la razón siempre estará en nuestra contra, pero el tiempo ese si no nos perdona, para el tiempo somos piezas indispensables ya que solo nosotros los humanos hemos podido contenerlo en aparatos tan poco sofisticados como los relojes, gracias a esto somos capaces de dar nombre a las casualidades, con los cuales hemos ido trazando el dibujo de nuestra propia existencia...



"Y era como los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de una escena pintada por mí como en clave destinada a ella sola, como un secreto anuncio de que ya estaba yo allí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado. ¡La hora del encuentro había llegado! Pero ¿realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían unido? ¡Qué estúpida ilusión mía había sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verla a María como una figura silenciosa e intocable...No, ni siquiera ese muro era siempre así: a veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad. Y a veces sucedía que cuando yo pasaba frente a una de mis ventanas ella estaba esperándome muda y ansiosa [...]; pero a veces sucedía que ella no llegaba a tiempo o se olvidaba de este pobre ser encajonado, y entonces yo, con la cara apretada contra el muro de vidrio, la veía a lo lejos sonreír o bailar despreocupadamente o, lo que era peor, no la veía en absoluto y la imaginaba en lugares inaccesibles o torpes. Y entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario que lo que había imaginado."


El túnel
Ernesto Sábato.

2 comentarios:

Paloma dijo...

Los muros, los cristales, las vallas... no son infranqueables, muchos de ellos los construimos en nuestra mente y todos ellos se pueden derribar. Una vida entre muros es triste aunque esta tenga ventanas.
Besos

Pedro Daniel dijo...

Asi mismo lo dijo el buen Sabato, hay que romper muros, estrellar ventanas, hay que escaparnos de lo que nos tiene atrapados, hay que ser libres...

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