viernes, 11 de marzo de 2011

Y me pongo a temblar

...y me pongo a temblar cada que veo, que somos intrusos de nuestro propio hogar, que el cielo, la tierra y el mar se revelan, que el ser humano es solo un instante en la eternidad, me pone a temblar el pensar, que nos creemos mas grandes que la verdad, que creemos que el mundo nos tiene que soportar, tan solo por haber sido capaces del tiempo capturar, me pone a temblar nuestra vulnerabilidad, lo pequeños que somos en la inmensidad, de un universo que crece sin autoridad, todo es mentira, nada es verdad, nada hay mas efímero que la realidad, cuando la tierra se cansa de nuestra ingenuidad...


Hermosa era la noche, tal y como no puede menos de ser cuando somos jóvenes, amables lectores.
El cielo estaba estrellado y tan claro, que, al contemplarle, uno no podía por menos que exclamara: "¿Es posible que, bajo tan bello dosel, vivan seres llenos de cólera y de veleidad?".
La pregunta es ingenua, excesivamente ingenua, amables lectores, pero ¡que el Señor haga que salga a menudo de vuestras almas!.
Y ahora que hablo de hombres veleidosos y corroídos por la envidia, examino mentalmente mi conducta durante la jornada de hoy. Desde bien temprano una extraña tristeza llena mi alma, paréceme que todo el mundo me abandona, que todos huyen de mi.


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