...cierro la puerta, cubro ventanas, cuelgo sortilegios, esparzo amuletos, sello mi corazón, apago la mente. Se acerca la noche, el momento de emparejar mi cabeza con la almohada. Apago la luz, atenuo mis pensamientos. Espero que hoy no tengas ganas de tormento: tu sombra merodeando mi cama, tu fantasma flotando sobre mí, yendo de un lado a otro, con una sonrisa, con una mirada triste, con gestos incompletos, con muecas viles, como mofándose de mí.
Espero que hoy no te postres a mis pies, ni te recuestes en mi regazo. Espero que no empieces a decir lo que se había quedado inconcluso. No vengas hoy. Déjame dormir. Déjame escaparme de ti. Libera mis recuerdos de ti. Ya te fuiste, yo me quedé… o quizás al revés.
Cuida tu alma, donde la traigas, y deja en paz la mía, que aún es susceptible a ti, a tus ausencias, a los huecos que fuiste dejando por los lares de mi vida. No juegues con mis heridas. No punces más mis llagas. Hoy no vengas. Hoy déjame solo, como te esmeraste en hacerlo… sin realmente hacerlo.
No quiero verte esta noche. No quiero encontrarte en sueños, mucho menos en pesadillas. Olvida hoy de venir. Lleva tu ánima a otra parte, donde quizás ya es más feliz. Pero no llegues… que hoy realmente quiero dormir...
Barrio sin luz
¿Se va la poesía de las cosas
o no la puede condensar mi vida?
Ayer -mirando el último crepúsculo-
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.
Las ciudades -hollines y venganzas-,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios.
Sangre de un arrebol sobre los cerros,
sangre sobre las calles y las plazas,
dolor de corazones rotos,
podre de hastíos y de lágrimas.
Un río abraza el arrabal
como una mano helada que tienta en las tinieblas:
sobre sus aguas se avergüenzan
de verse las estrellas.
Y las casas que esconden los deseos
detrás de las ventanas luminosas,
mientras afuera el viento
lleva un poco de barro a cada rosa.
Lejos… la bruma de las olvidanzas
-humos espesos, tajamares rotos-,
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean
los bueyes y los hombres sudorosos.
Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo todas las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra.
Pablo Neruda
1 comentarios:
Duerme, duerme, aquí estaré
Las nubes serán tu colchón
Que ni el viento, ni la brisa te dejen
De acariciar pues tu eres mi don ...
cuack ....
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