Manecillas atras

...si existiera el reloj cangrejo, quizás podríamos regresar en el tiempo, caminaríamos con sus manecillas hacia atrás, con afán de cambiar algo en la vida que nos salio mal, buscaríamos ansiosos aquel momento en el que dejamos de hacer algo, amariamos mas a quien nos toco amar en el pasado, y seriamos mas felices de lo que pudimos llegar a ser, no negaríamos un abrazo, mucho menos un beso, quizás sonreiríamos mas, si existiera un reloj cangrejo con el que pudiéramos viajar, en el que la vida nos llevara hacia el inicio y no el final, en el que de la experiencia fuéramos a la inexperiencia, si pudiéramos recorrer toda nuestra vida, nos estacionariamos en los mejores momentos, quizás encontraríamos la verdadera felicidad, el hermoso retorno de lo que nunca hemos de olvidar, nos sentiríamos orgullosos de lo que fuimos, de lo que ahora somos de lo que seremos, si existiera el reloj cangrejo definitivamente entenderíamos quizás que después de un final siempre hay un volver a empezar...

" De tener tiempo y mundo suficientes,
no sería delito tu recato.
Dónde ir pensaríamos, sentados,
y en pasar nuestro amor en largo día.
Tú, en las riberas índicas del Ganges
en busca de rubíes; yo, plañendo
en las ondas del Humber. Te amaría
desde diez años antes del Diluvio:
y rehusar podrías, si quisieseis,
hasta la conversión de los judíos.
Mi vegetal amor se extendería
más vasto que un imperio y más despacio.
Unos buenos cien años yo daría
para alabar tus ojos y tu frente,
doscientos adorando cada pecho:
y quizá treinta mil en cuanto resta.
Mil años, por lo menos, cada parte,
si al fin tu corazón se me mostrase.
Pues, Señora, mereces tal respeto;
y amarte no podría a menos precio.

Pero, detrás de mí, yo siempre escucho
la carroza del tiempo, inexorable:
y allende de nosotros se dilatan
desiertos de la vasta eternidad.
No tendrás todo el tiempo tu belleza,
ni habrá de resonar en tu sepulcro
el eco de mi canto: pues gusanos
probarán tu inmortal virginidad:
tu honor sin par se habrá tornado polvo;
muertas cenizas todo mi deseo.
La tumba es un lugar íntimo y bello,
pero creo que allí nadie se abraza.

Por eso, ahora, cuando un fresco tinte
vive en tu piel cual matinal rocío,
y mientras tu alma diáfana transpire
por cada poro fuegos instantáneos,
vámonos a gozar mientras podamos;
como amorosas aves de rapiña,
devoremos al punto nuestro tiempo,
en vez de perecer entre sus fauces.
Envolvamos, pues, todas nuestras fuerzas,
nuestra dulzura toda, en una esfera:
nuestros placeres, bastos, adentremos
por el portal de hierro de la vida.
Si parar no podemos nuestro sol,
al menos obliguémoslo a correr. "

Andrew Marvell
A su esquiva amada