...si es que fuera el corazón, el que amor puede guardar,
el mio muy apenas pasa sangre, aunque cambiar de tamaño no lo hace mal,
si es que fuera el corazón el que los sentimientos pudiera tocar,
no habría hundimiento ni pena para el que se ha enfermado de amar,
mas no creo que este sea mas que otro charlatán,
que por creer que hace mucho, deja atrás al que hace mas,
el corazón no es mas que una tripa yo lo vuelvo a repetir,
si creemos que este ama es una forma de fingir,
este no sabe mas que latir, a paso lento o acelerado,
voluntarioso si, pero aveces también cansado,
es verdad que es un motor que llena el cuerpo de vida,
mas sin embargo el hígado también opina,
que sin uno o sin el otro la vida no existiría,
en el cuerpo de aquel que se imagina,
que cupido al corazón sus flechas tira...
En otros tiempos, mucho antes de que nacieran los cardiólogos y los letristas de boleros, las revistas del corazón bien pudieron llamarse revistas del hígado.
El hígado era el centro de todo.
Según la tradición china, el hígado era el lugar donde el alma dormía y soñaba.
En Egipto, la custodia del hígado estaba a cargo de Amset, hijo del dios Horus, y en Roma quien se ocupaba de cuidarlo era nada menos que Júpiter, el padre de los dioses.
Los etruscos leían el destino en el hígado de los animales que sacrificaban.
Según la tradición griega, Prometeo robó para nosotros, los humanos, el fuego de los dioses. Y Zeus, el mandamás del Olimpo, lo castigó encadenándolo a una roca, donde un buitre le comía el hígado cada día.
No el corazón: el hígado. Pero cada día el hígado de Prometeo renacía, y ésa era la prueba de su inmortalidad.
Cuando el hígado era la casa del alma
Eduardo Galeano
jueves, 13 de mayo de 2010
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2 comentarios:
El hígado, el corazón, las pestañas o que se yo... pero en algún lado debemos guardar las emociones, de algún lado deben brotar... no crees?
yo creo que el alma deberia ser el mejor lugar para guardarlos, no crees, lo que siente el alma se convierte en eterno...
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