…amanecí como todos los días odiando como siempre al dueño del tiempo en mis mañanas (mi despertador) ese aparatejo insolente que muchas veces ha decidido interrumpir algún buen sueño, nada fuera de lo normal hasta este momento, le maldeci como todos los días solía hacerlo, mi estado a un sonámbulo me convertía en una persona creativa a la hora de decirle al despertador que callara, pero vencido por su insistencia cesaba las imágenes de mis sueños, despertaba cuidadoso de escoger con cual pie me levantaba, vieja usanza de la abuela que me había transmitido de sus conocimientos bastos en las supersticiones, un pie derecho tocaba una pantufla primero que el izquierdo, algún dia quise comprobar que era lo que pasaría si no cumplía con tal regla, debo confesarles que ese día me fue tan mal que aprendi que la abuela había tenido más días en sus años para comprobarlo, me dirige en esa ruta casi letárgica hacia el baño, mi cara aun nublada, mis ojos aun borrosos, y el agua gracias a Dios aun salía por el grifo, mis dos manos la atrapaban para des nublar por fin mi cara, y dibujarme nuevamente, ya casi yo por completo, lave mis dientes con movimientos ya menos torpes, recordando cómo cada día aquel ritmo que mi madre me había enseñado de pequeño, ya yo por fin por completo, acudí a aquella caja que me ayudaba a reconectarme al mundo, presione el botón casi con la misma habilidad con la que duche mis dientes, el televisor ya sabía mi canal favorito para sincronizar mi vida con el mundo, y poder tener algún buen tema a la hora de la comida en mi trabajo, pero algo extraño ocurrió, aquellos dos personajes que abarcaban casi toda la pantalla postrados sobre un escritorio y que narraban las noticias con una destreza casi hipnótica, se encontraban en un estado casi inmóvil como viéndose el uno al otro sin saber que decir, pensé que esto era por algún motivo, quizás habrían perdido el sonido, o el soplón que siempre llevaban en sus oídos se había descompuesto, pero no, seguían callados, hasta que aparecieron unas letras debajo de la pantalla que decía lo sentimos pero por alguna extraña razón hoy no abra noticias, pensé entonces que habría ocurrido algún problema en aquel noticiero, quizás los anfitriones habían discutido con sus esposos, y no tenían humor de narrar noticias, o que quizás de plano estaban en huelga por cuestiones salariales, que se yo, entonces decidí cambiar de canal, mudarme a otro noticiero me resultaba algo desleal, pero ellos lo tenían muy merecido, mas en el otro noticiero la imagen era la misma, la mujer que daba el clima aparecía en medio de un mapa sin decir nada, esto ya me resultaba extraño, probé sintonizando otros canales, en los cuales los que callaban eran los de deportes, espectáculos, finanzas, definitivamente algo estaba pasando, pensé que la huelga había sido general, que todos los miembros del sindicato de comunicadores se habrían puesto de acuerdo, para privarnos a todos de las noticias, la hora de salir a mi trabajo había llegado, un espaecie de hueco había quedado en mi, y no por el hecho de no haber desayunado si no por la angustia de no tener una novedad para platicar, me subí al coche algo triste, pero se me ocurrió la gran idea de pasar a un puesto de revistas para comprar el periódico y así zacear mis ansias de noticas, pero al llegar a él la imagen fue un tanto aterradora, el periódico que vendían era solo un pliego de hojas en blanco sin ninguna sola palabra, probé en la radio pero nunca este había sido tan mudo un sonido algo chillante había sustituido al noticiero de las 8 de la mañana, ¿Qué estaba pasando? En el camino a mi trabajo observe una angustia similar en los rostros de las personas que transitaban por las calles, al parecer no era el único que había notado que algo andaba mal, extrañaba hasta las noticias malas debo de confesar, al llegar al trabajo percibí algo similar en el rostro de mis compañeros, mas sin embargo ninguno se atrevió a preguntar a otro, encendí la computadora el internet no me podía fallar aunque fuera noticias de ayer pero algo por ahí debía de andar, pero mi impresión fue más grande que mis deseos, pues no había registro alguno en el espacio cibernético de alguna noticia, y así transcurrio aquel día en que por todo el mundo solo corrió una sola e insignificante noticia, un titular que decía, “Ya no hay más que ver en este mundo, se acabaron las noticias”.
FIN
FIN
La vida cotidiana es un instante
De otro instante que es la vida total del hombre
Pero a su vez cuántos instantes no ha de tener
Ese instante del instante mayor.
Cada hoja verde se mueve en el sol
Como si perdurar fuera su inefable destino
Cada gorrión avanza a saltos no previstos
Cómo burlándose del tiempo y del espacio
Cada hombre se abraza a alguna mujer
Como si así aferrara la eternidad.
En realidad todas estas pertinacias
Son modestos exorcismos contra la muerte
Batallas perdidas con ritmo de victoria
Reos obstinados que se niegan
A notificarse de su injusta condena
Vivientes que se hacen los distraídos.
La vida cotidiana es también una suma de instantes
Algo así como partículas de polvo
Que seguirán cayendo en un abismo
Y sin embargo cada instante
O sea cada partícula de polvo
Es también un copioso universo.
Con crepúsculos y catedrales y campos de cultivo
Y multitudes y cópulas y desembarcos
Y borrachos y mártires y colinas
Y vale la pena cualquier sacrificio
Para que ese abrir y cerrar de ojos
Abarque por fin el instante universo
Con una mirada que no se avergüence
De su reveladora
Efímera
Insustituible
Luz.
La vida cotidiana es un instante
Mario Benedetti
2 comentarios:
Genial la narración del inicio de tu post! (Me sentí identificada en parte con la rutina que describes, jejeje)... De quién es ese escrito?
Que bueno que te gusto, el escrito es mio surgio ayer despues de ver las noticias y llegar a la conclusión de lo efimera que es la vida, lo escribi muy rapido pero almenos a alguien le agrado mi pequeño cuento, saludos.
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