Usando el corazon

...ayer usé el corazón, tenia tiempo de no hacerlo, mi cabeza me había atacado tanto, pensamientos diversos merodeaban mi mente como insectos en la luz, pero no había luz, la oscuridad era clara, alevosamente escondía sus sombras, y mi claridad profana aprendió a ignorarlas, mi destino lleno de hojas secas apunto de caer, mi hoy solo era como un sueño de esos que no se pueden recordar en las mañanas, mis recuerdos parecían espejismos, mis espejos incapaces de reflejar almas huían de mi, mi conciencia crecio tanto que ya pude verla, entonces encerré los universos en mis ojos, escape corriendo de las manecillas del reloj, y encontré lugar en una lágrima, un pequeño hueco para mi, en uno de esos sentimientos húmedos eternamente instantáneos, pero tenia que vivir, y quise animarme a sentir la vida, caminaba dentro de mi acariciando mis entrañas, sin permiso de mi voluntad, dentro de mi algo temblaba, o parecía vibrar, algún delirio escapo de mi cabeza, el suspiro de la vida se sintió resurgir, en el papalote que da vida a lo que llevo dentro de mi...

"El amor reside en el cerebro (como todos los demás sentimientos del ser humano), y hace muchos años que eso se sabe; pero el lenguaje ha trasladado la sede del amor a otro lugar: el corazón. No podía concebirse que los razonamientos y las pasiones anduvieran revueltos en un mismo lugar. El cerebro ha sido reservado por el lenguaje para las decisiones racionales; y el corazón, para las pasionales. Por eso se pueden comprender los impulsos del enamorado, porque salen (im-pulso) con la fuerza de la sangre y de los latidos, el poder de la naturaleza, y forman el pulso que nos anima. El coraje. Y por eso se disculpa todo aquello que se hace con el corazón; y, tal vez por esta influencia sublime que tienen las palabras en nuestra manera de pensar, los tribunales acceden a considerar circunstancia atenuante todo aquel comportamiento que resulta de la pasión, del impulso cardíaco, visceral, sanguíneo. Aunque su única residencia esté en la cabeza."

La seducción de las palabras.
Alex Grijelmo.