jueves, 29 de julio de 2010

Amor de instante

...nació el amor y se esfumo,
 ante el sorprendente asombro,
del tiempo que se conformo,
ha esperar pronto el zozobro.

de sus ojos brotaban miradas,
casi todas del mismo color,
de los mios centellas disfrazadas,
que se estrellaban en mi estupor,

me apuntaba con una sonrisa bien dibujada,
yo me escondía detrás de un gesto de admiración,
sus movimientos como los de una bella balada,
los mios podían desafinar cualquier canción.

la tuve en mis brazos quizás por un segundo,
lo que duran los sueños en una escena de amor,
pero al despertar de ese sueño tan profundo,
aparecí en un pensamiento desolador,

no podía dejarla ir sin que supiera,
que el destino había cumplido su misión,
de encender en nuestras almas la hoguera,
para que aprovecháramos la ocasión.

pero el alarido en mi garganta enmudeció,
no fui capas de avanzar ni un centímetro hacia ella,
la esperanza de tenerla pronto se desvaneció,
y de mis brazos se escurría una hermosa estrella.

en un amor de instante se convirtió,
lo mas bello y sublime que había visto hasta ese día.
no tengo idea hacia donde ella partió,
pero si se que algún día nos volverá a encontrar la vida.



Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.


Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?


Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.


Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,


una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,


que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.


Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?


Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.


Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.


Amor a primera vista
Wislawa Szymborska

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