martes, 6 de julio de 2010

El Mundial de las Letras (Holanda VS Uruguay)

Holanda


El descubrimiento del cielo (fragmento)
“ ... Se habían encontrado, ése era el momento. ¿Lo sabían los dos? Habían tendido un puente con cuatro palabras. Max sabía que Onno lo había calado como nadie hasta la fecha, y Onno, a su vez, se sentía comprendido por Max, pues su ironía agresiva no había encontrado la resistencia habitual, sino que había sido recibida con una sonrisa que tenía algo de invulnerable. Se habían reconocido ...”


“ ... La pregunta sobre lo que había entre ambos sólo se la plantearían más tarde, cuando ya no quedase nada, cuando todos aquellos días confluyeran en su memoria en un solo día enteramente inolvidable. Onno sabía que incluso los griegos, que habían sentado las bases de la cultura occidental, carecían de la palabra “cultura”. Las palabras sólo surgen cuando su referencia ha desaparecido ...”


“ ... Como todo ser, una letra tiene un cuerpo y un alma. El alma es lo que dice, y el cuerpo es de lo que está hecha, de tinta o de piedra ...”


“ ... Cuando estás despierto no se puede demostrar que no estés soñando, porque a veces, cuando sueñas, también se puede estar seguro de estar despierto y de no estar soñando. Por lo tanto, si la realidad podía ser un sueño, ¿no podía entonces un sueño hacerse realidad?”


“ ... Quizá todo el mundo tuviera una determinada función en su existencia con la que su vida adquiría sentido. Igual era algo muy insignificante, como por ejemplo ayudar a alguien sin que esta persona te lo pidiera o lo supiera. De hecho, todo el mundo debería investigar su pasado para comprobar si algo así ya había sucedido alguna vez; y si no ya sería hora de que empezara a suceder ...”

Uruguay


Espejos
África servida en la mesa de Europa
Siguiendo los pasos de Inglaterra, un buen día Europa descubrió que la esclavitud era ofensiva a los ojos de Dios.
Entonces Europa emprendió, África adentro, la conquista colonial. Antes, los hombres de las tierras frías no habían pasado más allá de los puertos donde compraban negros, pero en esos años los exploradores se abrieron paso en las tierras calientes, y tras ellos llegaron los guerreros, montados en los cañones, y tras ellos los misioneros, armados de cruces, y tras ellos los mercaderes. Las catarátas más prodigiosas y el lago más inmenso del África se llamaron Victoria, en homenaje a una reina no muy africana, y los invasores bautizaron ríos y montañas, creyendose el cuento de que descubrían lo que veían. Y ya no se llamaron esclavos los negros sometidos al trabajo esclavo.
En 1885, en Berlín, al cabo de un año de mucho pugilato, los conquistadores pudieron ponerse de acuerdo en el reparto.
Tres décadas después, Alemania perdió la primera guerra mundial y de paso perdió también las colonias africanas que le habían tocado: británicos y franceses se repartieron Togo y Camerún, la actual Tanzania pasó a manos británicas y Bélgica se quedó con Ruanda y Burundi.
Para entonces, ya hacía rato que Friedrich Hegel había explicado que África no tenía historia y que sólo podía resultar interesante para el estudio de la barbarie y el salvajismo, y otro pensador, Herbert Spencer, había sentenciado que la Civilización debía borrar del mapa a las razas inferiores, porque sea humano o bruto, todo obstáculo debe ser eliminado.
Se llamaron era de paz mundial las tres décadas que desembocaron en la guerra de 1914. En esos dulces años, la cuarta parte del planeta fue a parar al buche de media docena de naciones.

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