Eslovaquia
Con los ojos cerrados
Cuando cierras los ojos, ves el poema.
Vaciado de la firmeza de todas las cosas que a escondidas deseas.
Te recuerda a una habitación recién blanqueada
Que el verano olvidó cerrarle la puerta y las ventanas.
Pero también eso es sólo una alusión insuficiente a las imágenes del mundo físico.
No existen entradas y salidas de ese poema.
Ese poema es material sólo en estado gaseoso.
Una corriente galáctica puede dispersar
A las personas que flotan en él, las metáforas
Que cuelgan de las paredes y convertirlas en algo distinto.
Dos nubes desnudas que estaban a punto de amarse
Son succionadas por las estrellas y expulsadas en nube
De jabalí degollado que está rodeado por una nube gris
De mi padre que fuma y todo lo observa
Escondido en un rincón oscuro del poema. Casi seguro que es él
Quien en verdad escribe cada poema. En la oscuridad
No lo ves hasta que él mismo no llega,
Sin hacer ruido, por detrás, te tapa, travieso, los ojos con las manos
Y pregunta: ¿Quién soy? ¿Me vas a matar? ¿Eres mío?
Vaciado de la firmeza de todas las cosas que a escondidas deseas.
Te recuerda a una habitación recién blanqueada
Que el verano olvidó cerrarle la puerta y las ventanas.
Pero también eso es sólo una alusión insuficiente a las imágenes del mundo físico.
No existen entradas y salidas de ese poema.
Ese poema es material sólo en estado gaseoso.
Una corriente galáctica puede dispersar
A las personas que flotan en él, las metáforas
Que cuelgan de las paredes y convertirlas en algo distinto.
Dos nubes desnudas que estaban a punto de amarse
Son succionadas por las estrellas y expulsadas en nube
De jabalí degollado que está rodeado por una nube gris
De mi padre que fuma y todo lo observa
Escondido en un rincón oscuro del poema. Casi seguro que es él
Quien en verdad escribe cada poema. En la oscuridad
No lo ves hasta que él mismo no llega,
Sin hacer ruido, por detrás, te tapa, travieso, los ojos con las manos
Y pregunta: ¿Quién soy? ¿Me vas a matar? ¿Eres mío?
Italia
La noche y la aurora
Desear la noche y maldecir la aurora
acostumbran los prósperos amantes;mas la noche mis duelos más punzantes
hace, y los templa el alba bienhechora,
pues en ella tal vez abren a una hora
un sol y el otro como dos levantes,
en belleza y en luz tan semejantes,
que el cielo de la tierra se enamora.
La noche anhela el amador amado
que en sus tinieblas, de su dulce amiga
gozar espera el cariñoso lado;
mas yo es justo que siempre la maldiga,
pues en ella mi sueño idolatrado
su cruda ausencia a lamentar me obliga.
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